Pontevedra fue lugar preferido para residencia de la nobleza y de poderosas
familias gallegas, coincidiendo con el auge del tráfico marítimo y las pesquerías en los siglos XV y XVI. Pocas ciudades tienen como consecuencia una tal riqueza en
piedras armeras en las
fachadas de
palacios (pazos) urbanos y
casas nobiliarias y ninguna ciudad gallega tuvo más solares con
escudos de armas.