En 1757 se elaboró un
altar para la imagen de la
Virgen Peregrina en la ya existente
capilla de Nuestra Señora la Virgen del
Camino, lo que con el paso del tiempo se tradujo en la aparición de problemas propios de tener dos imágenes con diferente tutela (recogida de limosnas, repique de
campanas...) entre la Cofradía de la Peregrina y la de la Virgen del Camino, propietaria del templo.