La
plaza de
San Roque es una de las más sorprendentes, allí se levantan dos cruceros, uno de ellos sobre la propia
roca de granito que sobresale por encima del piso. Un total de siete cruceros decoran la localidad, todos ellos colocados para proteger de las meigas que allí se reunían. Situados normalmente en
plazas o
cruces de
calles, cuentan con una peculiaridad: la figura de la
Virgen suele mirar siempre al
mar y la del
Cristo hacia tierra.