SAN MIGUEL DE MONES: No había estado antes, en estas fechas en Mones. Para...

No había estado antes, en estas fechas en Mones. Para mi ha sido una experiencia distinta. Los colores de la primavera y los olores del campo me llevaban a momentos de la infancia cuando recorría las calles camino de la aldea a O Pazo. Mirar desde el Troyal la Iglesia, o dislumbrar el alto de Campelo donde iniciaba camino a Santa Eulalia. Parejas vividos en cualesquiera épocas del año, pero no en estas primaveras pasados casi cuarenta años.
Caminar entre las casas, ver sus piedras agolpadas, o el encalado de otras. Recordar a esos vecinos, algunos ya anónimos pasados los años.
Caminar, tras castaños y adivinar el trasiego de aperos para la labranza y el viñedo.
Recordar entre paladares y bodegas los vinos de mi tierrra, hoy conocidas algunos bajo una denominación ya hecha realidad fuera de tierras gallegas. Reconocimiento tardio, pero bien merecido.
Ese Mones al que escribir cuesta poco, a los que ya lo hicieron con libros donde consta Memoria, hábito, historias, fotos y silencios que con tanto respeto deben ser leídos por significar la memoria de una pueblo, que hoy pinta de un siglo cuya explendor ya no le corresponde.
Sí, en esta primavera donde la cercanía a los míos está más presente que nunca, otros ya no entre nosotros y otros presentes en el silencio donde aquello que es auténtico vive de la infinitud. Con ese tempo, medida y familia larga, y presente en la ausencia forman el tronco de lo años después, casi 40, se ha convertido en principios plasmados en cientos de escrito desde el más estricto anominato, porque sólo asi en la libertad de no ser nadie la verdad se trasluce en si misma.
Esa verdad entre cabras llevadas al monte por días de cabeza, o sulfatos que antaño recibian las viñas al apretar el calor, a los vendimias ciertas pero difíciles por tierrs propias para vino pero de dificil trabajo.
Es la primavera esa época de esperanza donde se entrelazan a veces lo invisible y lo visible y por eso en ese Montes, San Miguel, confluyen en sus cielos los cientos de azules que durante décadas cubrieron su vedad, y los pocos de aquellos que visitantes o pobladores llevan con orgullo su nombre, pero lo más imortante su esencia. Viñedos que se extienden por todo el mediterráneo, cultura del vino ancestral que permite el diáloo cierto, la mesa próxima y el credimiento en conversacion compartida unas veces mundana y otras de pura filosofia de vida recogiendo lo más ancestral para revivirlo en lo más pronto.
Esas bodegas pisadas, esos vinos probados y acompañados y compañía. Todo eso y mucho más son los cientos de colores y oleres que se cincelan como cuadro vivo en esas horas escasas donde como extraño y desconocido ese pueblo me recibe en su alma como hijo de aquellos que fueron conocidos y habitaron con cariño y crecieron al albur de sus cosechas y animales. A ese Mones, que en primavera he podido ver, disfrutar, y ensoñar he querido dedicar estas palabras porque a través de ellas y sus lectores perdurará en la retina y en la memoria de todos aquellos que las lean. Y es la historia, la vivida historia oral, aquella que siempre ha estado presente en las familias la que yace en la esencia de todos aquellos que hemos vivido Mones como algo nuestro y eso pervivirá en tanto nuestra tradicion y nuestra historia como pueblo se transmita de padres a hijos sin necesidad de adornos y con múltiples interpetaciones
Quiero dar las gracias a quien con la idea de este foro permite acercar a aquellos que mantienen su anominato de forma deseada, pero que acercan Mones a todos aquellos que pese a los sinsabores y dificultades que supusieron en su día, quizás, siguen siendo los que la tierra formo y los que forman parte de esas tierras y esos cielos, que sin solución de continuidad se entrelazan con todas las contiguas, siendo hermanas sin solución.
Mones a 19 de Abril de 2021