En la década de los 90 se encontraba prácticamente arruinado, aunque la última restauración ha logrado recuperar el
edificio en gran parte, devolviéndole su función como
albergue de peregrinos. Se trata de una construcción de planta trapezoidal, más ancho en la
fachada principal. Tiene dos alturas, y es posible que bajo el
tejado hubiese una especie de desván. La planta de entrada acogería diversas salas de servicio, mientras que en el primer piso se encontrarían las habitaciones de los enfermos.