Che lo dedico de corazón al que le gusta la vida, y le gusta sacar todo el partido posible. Abtenganse los que se golpean el pecho en misa todos los domingos y los dias de diario no dan limosna a nadie, ni son solidarios.
Che espero de corazón que guste, y sea del agrado de todos.
Desde lo profundo del monte, ya se escucha aquí en el llano,
como tu cuerpo de fuego todo lo viene quemando.
Aúllan los perros lobos, los pajarilllos salen volando
y el ruiseñor embravecido, llora para apagarlo.
Sopla la brisa suave, las palmas dan palmetasos,
se hiere el robusto roble para tratar de frenarlo.
Pero es tanto el fuego que despide tu hermoso cuerpo,
que nada puede sofocarlo, ni las lágrimas del cielo,
pero lo que no sabe ese monte es que aquí en el llano,
otro fuego tan intenso, otra esperanza te esta aguardando.
Ven y devórame con tu fuego, si es que puedes devorarme,
mi fuego es tan o más grande que el tuyo tanto, tanto...
Que mi llama se acrecienta y ya me estoy quemando.
Quiero beber de tus aguas, de esas que guardas con celo
y que a mi me gusta tanto, quiero aspirar tu olor Galego.
Vamos a hacer un colchón con hojas secas y troncos mojados,
para encima hacer el amor y así ver cual de los dos termina asado.
Ojos negros y pelo largo, tan negro como tus ojos
que los míos no se cansan de mirar esos ojitos de cielo.
Quiero saborear tu aroma, aromas de verdes prados,
de pétalos de rosas rojas, de pulposos labios rosados.
Quiero beber de tu viño, el que produce tus espasmos,
cuando con mis labios llegue a tu lago sagrado.
Quiero subir lo empinado de tus senos erizados
y bajar por ellos lentamente para sentirte temblando.
Ven, que aquí te espera otro fuego, a ver si logras apagarlo.
¿Dime Galega de fuego? ¿Serías tú mi amor tan deseado?
Porque despides el fuego que yo ando buscando,
un amor que llegue tan dentro que ya no pueda sacarlo.
Añoro, déjame besar tu cuerpo, déjame besar tus labios
y deja que mis manos recorran toda tu piel de encanto.
Que mis dedos te penetren, que se deslicen por todos lados,
mientras tu cuerpo y el mio, ruedan montaña abajo.
Démosle candela al monte, démosle candela al llano,
que aunque el mar también lo pongamos caliente...
Nosotros, dulce y eternamente… ¡Nos estaremos amando!
Dejame bajar la Cabeciña, enredada entre la paja de la leira, dejame que te bese y
nos vea la Virgen de la Cabeza, testigo de nuestro amor puro, pero salvaje.
Con todo cariño para los que les gusta la vida.-
Che espero de corazón que guste, y sea del agrado de todos.
Desde lo profundo del monte, ya se escucha aquí en el llano,
como tu cuerpo de fuego todo lo viene quemando.
Aúllan los perros lobos, los pajarilllos salen volando
y el ruiseñor embravecido, llora para apagarlo.
Sopla la brisa suave, las palmas dan palmetasos,
se hiere el robusto roble para tratar de frenarlo.
Pero es tanto el fuego que despide tu hermoso cuerpo,
que nada puede sofocarlo, ni las lágrimas del cielo,
pero lo que no sabe ese monte es que aquí en el llano,
otro fuego tan intenso, otra esperanza te esta aguardando.
Ven y devórame con tu fuego, si es que puedes devorarme,
mi fuego es tan o más grande que el tuyo tanto, tanto...
Que mi llama se acrecienta y ya me estoy quemando.
Quiero beber de tus aguas, de esas que guardas con celo
y que a mi me gusta tanto, quiero aspirar tu olor Galego.
Vamos a hacer un colchón con hojas secas y troncos mojados,
para encima hacer el amor y así ver cual de los dos termina asado.
Ojos negros y pelo largo, tan negro como tus ojos
que los míos no se cansan de mirar esos ojitos de cielo.
Quiero saborear tu aroma, aromas de verdes prados,
de pétalos de rosas rojas, de pulposos labios rosados.
Quiero beber de tu viño, el que produce tus espasmos,
cuando con mis labios llegue a tu lago sagrado.
Quiero subir lo empinado de tus senos erizados
y bajar por ellos lentamente para sentirte temblando.
Ven, que aquí te espera otro fuego, a ver si logras apagarlo.
¿Dime Galega de fuego? ¿Serías tú mi amor tan deseado?
Porque despides el fuego que yo ando buscando,
un amor que llegue tan dentro que ya no pueda sacarlo.
Añoro, déjame besar tu cuerpo, déjame besar tus labios
y deja que mis manos recorran toda tu piel de encanto.
Que mis dedos te penetren, que se deslicen por todos lados,
mientras tu cuerpo y el mio, ruedan montaña abajo.
Démosle candela al monte, démosle candela al llano,
que aunque el mar también lo pongamos caliente...
Nosotros, dulce y eternamente… ¡Nos estaremos amando!
Dejame bajar la Cabeciña, enredada entre la paja de la leira, dejame que te bese y
nos vea la Virgen de la Cabeza, testigo de nuestro amor puro, pero salvaje.
Con todo cariño para los que les gusta la vida.-