Era a finales de los setenta, vivía en Vilavella un señor de avanzada edad, con una enfermedad respiratoria que le producía reiterados episodios de tos. El día 5 de marzo era feria en la Mezquita; circunstancia que aprovechó para, además de cobrar su pensión, pasarse por la farmacia para aliviar esas molestias. Entra en la farmacia y dice:
- ¿Tendría algún remedio para calmarme la tos?-. D. José, muy atento él, saludaba a unos amigos mientras depachaba a los clientes por lo que estaba muy ocupado, y, para quitárselo de encima:
-Mire: tómese este frasco, verá como se le corta radicalmente.
El hombre le pega un buen trago al frasco y se va. Sale DªPaquita, que estaba colocando mercancía y se había dejado alguna encima del mostrador, y dice:
- ¿Quién era ese que tosía tanto?-.
-Es el de Vilavella-.
- ¿Qué le has dado?-.
-Un frasco de estos que hay aquí-.
- ¡Noooooooh!-.
- ¿Qué pasa?-.
- ¡Si esto es un laxante muy fuerte!, sal inmediatamente a ver si lo ecuentras-.
Sale D. José corriendo y lo encuentra en la devesa, abrazado a un árbol, pálido, desencajado; y le pregunta:
- ¿Ya no tose?-.
- ¡NO ME ATREVOOOO!-.
Saludos a todos.
- ¿Tendría algún remedio para calmarme la tos?-. D. José, muy atento él, saludaba a unos amigos mientras depachaba a los clientes por lo que estaba muy ocupado, y, para quitárselo de encima:
-Mire: tómese este frasco, verá como se le corta radicalmente.
El hombre le pega un buen trago al frasco y se va. Sale DªPaquita, que estaba colocando mercancía y se había dejado alguna encima del mostrador, y dice:
- ¿Quién era ese que tosía tanto?-.
-Es el de Vilavella-.
- ¿Qué le has dado?-.
-Un frasco de estos que hay aquí-.
- ¡Noooooooh!-.
- ¿Qué pasa?-.
- ¡Si esto es un laxante muy fuerte!, sal inmediatamente a ver si lo ecuentras-.
Sale D. José corriendo y lo encuentra en la devesa, abrazado a un árbol, pálido, desencajado; y le pregunta:
- ¿Ya no tose?-.
- ¡NO ME ATREVOOOO!-.
Saludos a todos.