Habían llegado los idus de marzo, los rayos suaves y claros del sol de primavera descendían sobre el tejado; un dulce fuego se encendía en mi interior. Hacía un par de días que una inquietud indescriptible, un anhelo maravilloso me atormentaba... Al fin me sentí algo más sosegado, pero en un estado nuevo y desconocido por mí hasta entonces, que nunca hubiese podido sospechar.
De un tragaluz del tejado, no lejos de donde yo estaba, surgió sigilosa y suavemente un ser encantador -- ¡ah, si fuese capaz ... (ver texto completo)
De un tragaluz del tejado, no lejos de donde yo estaba, surgió sigilosa y suavemente un ser encantador -- ¡ah, si fuese capaz ... (ver texto completo)