EN LA FUENTE DE ALLÁ.
En la fuente de allá,
en ese manantial de mi vida,
que nunca se agota,
agua pura y cristalina,
que de su caño, brota.
Mi rostro en tu cristal se refleja,
ya no son rubios mis cabellos,
ni mi piel tersa y morena,
tan solo el color de mis ojos,
siguen tu camino y tu estela.
Y yo en la fuente de allá,
mirando las estrellas, de madrugada,
viendo al sol, salir con el alba.
Juntemos nuestros labios, amor,
bebamos los dos de esta fuente,
de esta agua, tan fría, tan dulce y tan clara.
Mis manos, temblorosas, tocan las algas,
la arena, las piedrecillas, que en el fondo nadan,
las hiedras y las flores que con el aire bailan,
junto a los naranjos que en este lugar se hallan.
Y aquí estamos solos, tú y yo, en la fuente de allá,
junto a la luna llena que ilumina nuestras caras,
al lado de la prensa, donde el jilguero y el ruiseñor cantan,
aquí hemos venidos los dos, amor,
a por algo más, que ha llenar el cántaro y el botijo de agua.
ZACHO Agosto 1.998
En la fuente de allá,
en ese manantial de mi vida,
que nunca se agota,
agua pura y cristalina,
que de su caño, brota.
Mi rostro en tu cristal se refleja,
ya no son rubios mis cabellos,
ni mi piel tersa y morena,
tan solo el color de mis ojos,
siguen tu camino y tu estela.
Y yo en la fuente de allá,
mirando las estrellas, de madrugada,
viendo al sol, salir con el alba.
Juntemos nuestros labios, amor,
bebamos los dos de esta fuente,
de esta agua, tan fría, tan dulce y tan clara.
Mis manos, temblorosas, tocan las algas,
la arena, las piedrecillas, que en el fondo nadan,
las hiedras y las flores que con el aire bailan,
junto a los naranjos que en este lugar se hallan.
Y aquí estamos solos, tú y yo, en la fuente de allá,
junto a la luna llena que ilumina nuestras caras,
al lado de la prensa, donde el jilguero y el ruiseñor cantan,
aquí hemos venidos los dos, amor,
a por algo más, que ha llenar el cántaro y el botijo de agua.
ZACHO Agosto 1.998
