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SANTA CRUZ DE LA SIERRA: Si usted reacciona con enfado, el troll gana. Así que...

Si usted reacciona con enfado, el troll gana. Así que si ve en algún foro un mensaje suplantándole, simplemente escriba una respuesta a él titulado «ése no era yo» y escriba solamente esto:

Yo no escribí ese mensaje; es una falsificación.

Por supuesto, en ocasiones encontrará que la gente que le conoce bien ya haya identificado el mensaje como una falsificación y lo haya etiquetado como tal. Después de todo, uno de los objetivos del troll es darle mala imagen. Si usted tiene una buena reputación, la gente tendrá un indicio claro si un mensaje aparentemente escrito por usted está totalmente fuera de tono.

Se sabe que a los trolls les ha fastidiado tanto ver sus falsificaciones identificadas que han aprendido a escribir en el estilo de otra persona. Pueden acabar escribiendo un mensaje inteligente que sea indistinguible de sus propias palabras. Si sucede tal cosa, ¡siempre puede dejar el mensaje y atribuírselo a sí mismo!

Los trolls también escribirán alguna vez un «ése no era yo» después de un mensaje genuino, intentando obtener un desmentido. Realmente no hay razón para darle lo que quiere, puesto que una advertencia «ése no era yo» simplemente le recuerda a la gente que sea escéptica. Es decir, no tiene transcendencia real si alguien no está seguro de que usted haya escrito un mensaje normal, dado que a largo plazo son las ideas las que son importantes.
El reto del webmaster

Cuando los trolls son ignorados, redoblan sus ataques, buscando desesperadamente la atención que ansían. Sus mensajes se vuelven más y más groseros, y los envían más que nunca. Otra alternativa es que afirmen que se está recortando su libertad de expresión (más sobre esto más adelante).

El moderador de un foro puede no ser capaz de borrar inmediatamente los mensajes de un troll, pero su trabajo se hace mucho más duro si también tienen que leer numerosas respuestas a trolls. También se ven forzados a decidir si borrar o no los mensajes de gente bien intencionada que tengan el efecto no pretendido de animar al troll.


Cuando los trolls ven que sus esfuerzos están siendo resistidos con éxito, a menudo se quejan de que se está infringiendo su derecho a la libertad de expresión. Examinemos esa alegación.

Si bien la mayoría de la gente en Internet son ardientes defensores de la libertad de expresión, ésta no es un derecho absoluto; hay limitaciones prácticas. Por ejemplo, no se puede gritar «¡Fuego!» en un teatro abarrotado de gente, y no se puede bromear sobre bombas mientras se espera para embarcar en un avión. Aceptamos estas limitaciones porque admitimos que sirve para un bien mayor.


La respuesta definitiva al argumento de la libertad de expresión es éste: aunque podemos tener derecho a decir más o menos lo que queramos, no tenemos derecho a decirlo donde nos dé la gana. Quizás sienta intensas emociones sobre el hecho de que su vecino no haya cortado el cesped desde hace dos meses, pero eso lo da derecho a reprenderlo en su propio cuarto de estar.
Afirmación.

Los usuarios habituales de la red saben lo delicioso que es que alguien responda a algo que ha escrito uno. Es un encuentro de mentes, lo que es un estremecimiento intelectual, pero también es un reconocimiento del valor de uno, y eso puede ser una recompensa emocional muy satisfactoria.

Los trolls ansían atención, y no les preocupa si ésta es positiva o negativa. Ven la Internet como un espejo en el que pueden mirarse en un éxtasis narcisista.

Si quiere un análisis más profundo, quizá un psicólogo puede emitir algo más de luz sobre el asunto.
Conclusión

La próxima vez que esté en un foro y vea un mensaje de alguien que usted crea que es un troll, y sienta que debe responder, simplemente escriba un mensaje de respuesta titulado «Alerta troll» y escriba solamente esto:

La única manera de tratar con los trolls es limitar su reacción a recordarle a los demás que no contesten a los trolls.

Al enviar un mensaje como éste, le hace saber al troll que usted sabe lo que es, y que no va a ser arrastrado a su pequeña y retorcida afición.