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RIOLOBOS: de un pueblo al sur de las Hurdes. (CC)....

de un pueblo al sur de las Hurdes. (CC).
En el pueblo cacereño de Casar de Plomero celebraba todos los años la Velada de la Cruz Bendita conmemorándose una leyenda que se ha elevado a la categoría de hecho histórico.
El acontecimiento sucedió en la Semana Santa de 1488 un Viernes Santos, en el lugar denominado el puerto del Gamo donde se ubicaba una cruz de madera en madera de roble, muy probablemente colocada por algún pastor para indicar que esa zona era cristiana.
En aquella época, las leyes disponían que los judíos estuviesen en sus casas con las puertas y ventanas cerradas mientras los cristianos asistían a los actos religiosos. Además, dichas leyes afectaban de manera especial al Jueves y Viernes Santos durante los Oficios divinos.
Pero aquel Jueves Santo varias personas judías de cierta edad se pusieron en la calle (concretamente en la plazuela de los Barreros, que aun existe) a jugar al tejo o mojón.
Acertó a pasar por allí un joven cristiano, Juan Caletrío, advirtiéndole para que cumpliesen la Ley, mas ellos le amedrentaron e hicieron caso omiso de la amonestación.
El joven lo comunico al resto de amigos, los cuales, doce en total, atacaron con piedras a los judíos hasta que estos se encerraron en sus casas.
Aquella misma noche los hebreos convocaron un concilio en la sinagoga para tomar venganza: apedrearon la cruz del Puerto del Gamo, pues era un símbolo que los cristianos apreciaban e incluso reverenciaban.
Esto lo ejecutarían el Viernes Santo por la mañana, durante los Oficios Litúrgicos cristianos. Una vez decidido el modo de reparar el agravio, se sorteo entre todos para ver quien realizaba lo acordado. Se eligieron cinco personas: el rabí Yuce Salomón,
Fumbroso (quien sustituiría su hijo Zaguito por ser aquel de edad avanzada), Sicala y Rendaña. Tal como acordaron, aquel Viernes Santo tres de los judíos apedrearon la cruz mientras Zaguito y Rendaña vigilaban en diferentes puestos. Sin embargo, el mas joven centinela, Zaguito se durmió y fueron sus compañeros sorprendidos por Hernán Bravo, joven soldado que estaba recorriendo el territorio para reclutar gente destinada a los ejércitos de los Reyes Católicos. El rabí quiso comprar su silencio ofreciéndole oro e incluso la mano de Raquel, hermosa judía de la que el militar estaba enamorado. Al no aceptar el soborno, intentaron apedrearlo también a él, pero tuvo el suficiente tiempo como para llegar a la iglesia y comunicar lo sucedido a los cristianos, los cuales celebraban en aquel momento la adoración de Cruz. Una vez informados de lo ocurrido, ya a la caída de la tarde, se dirigieron al lugar de los hechos para recoger los fragmentos e, iluminados por velas, custodiarlos en espera de de la llegada de los jueces.
Los trozos de de la cruz rota fueron recogidos, lavados y atados con cintas para darles de nuevo su forma orginal y así dispuesta se dejo en el mismo sitio que antes estaba. Al día siguiente, Sábado Santo, esta nueva cruz se trasladó en procesión hasta la parroquia cantando el himno Vexillia Regis. Se detuvo a los culpables, a quienes se les encontró en el termino de Ribera Oveja, entonces bajo la jurisdicción de Granada, perteneciente, en aquellos tiempos a Duque de Alba. Fueron por lo tanto, juzgados en el Tribunal de dicha ciudad donde un Consejo de compuesto de siete jueces condeno a los judíos a ser quemados en la hoguera y a Zaguito a que se le cortara la mano derecha y fuese, igualmente arrojada al fuego. En la descripción de Martín Santibáñez (1870) leemos literalmente: El sitio del suplicio, al norte de Granada, conserva hasta hoy la denominación del pozo de los judíos, añadiendo la tradición que unas manchas de color negruzco amoratado que tienen las peñas de aquel sitio son manchas de sangre de los sacrílegos ajusticiados. Gracias a la activa colaboración de la Oficina del Patronato Provincial de Turismo de Granada, se sabe que dicho lugar se conoce con el nombre de (El Tajo de los judíos). Se sabe que Zaguito siguió viviendo en Casar de Palomero (por aquel entonces llamado Casas de Palomera), se convirtió al cristianismo, contrajo matrimonio, tuvo seis hijos (como ahora) y murió a los 79 años de edad.
Y por ultimo recomiendo a todo aquel que por alguna circunstancia no haya visitado las Hurdes, que lo haga veras que sorpresa se lleva al observar su maravilloso paisaje, sus casas de pizarra, y en especial la amabilidad de su gente.
Saludos de Doble J.