Dirección marcó un hito en las bacanales que nos montábamos noche sí y noche también (y algún que otro día, por descontado). Los excesos etílicos eran indescriptibles, el ambiente entre los que subíamos allí era prácticamente inmejorable... Ciertas generaciones fueron muy afortunadas por poder disfrutar de aquel paraje sin calificativos y de lo más propicio para pasárselo de muerte sin molestar a nadie. Ahora ya no es lo mismo desde que tiraron todas las casas... ¡mala suerte para los que vienen detrás!
