MILLANES: LA MATANZA...

LA MATANZA
La mañana es fría, típica del mes de enero, y aún no ha amanecido cuando en la vieja casona se enciende la luz, la dueña abre la puerta de la calle y, asomando la cabeza, observa el cielo, mientras oye la voz de su marido que aún en la cama la pregunta:
- ¿Qué día hace?
-Pues si no sube la niebla, de momento está estrellado.
(Este detalle es muy importante para el buen desarrollo de la matanza del cerdo, ya que se realiza al aire libre).
La mujer, más tranquila porque el día promete ser bueno, se dispone a encender la lumbre que ese día será más grande que de costumbre. A continuación prepara el café en un puchero que arrima al fuego, cuando su aroma se expande por la casa enseguida acude su marido, coge una taza de porcelana y se sirve un poco, a esa hora es lo que más entona. Acto seguido llama a sus hijos, éstos medio dormidos terminan de vestirse al calor del fuego, tienen pereza por el frío y por la hora tan madrugadora. Es un día muy especial, la casa se llenará de gente, sus padres estarán muy atareados para que todo vaya bien y ellos pasarán a segundo plano, por lo que tienen que portarse bien y colaborar en todo lo que les manden, así que sin rechistar, se toman el tazón de leche de cabra con pringás que su madre les ha dejado al amor de la lumbre.
Aunque hoy es el día principal, y es cuando se reúnen los familiares, algunos vecinos y amigos, el matrimonio ya lleva varios días con preparativos...

Este pasaje es el inicio del relato de La Matanza que incluye el libro TRILLIQUE


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