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HERVAS: Buenas tardes:...

Buenas tardes:

Cuando yo era niño mi abuelo alquiló una casa en Hervás para que fuesemos a veranear, que era algo más que ir de vacaciones de verano. La casa donde nos quedamos estaba cerca de una estación de ferrocarril, cuyos trenes, aun recuerdo, eran tirados por negras máquinas de vapor. En la estacion habia puestos de huevos frescos y manzanas. Por la noche, desde el pequeño jardín se podia escuchar la música de un sitio de baile llamado Villa Rosa.
Me acuerdo que mi padre, que era muy polifacético (murió siendo Coronel de Aviacion abogado en ejercicio e Ingeniero informático), decidió durante el verano hacer una fuente y, todos los días excarvaba, ayudado por la familia y algún que otro conocido, en un lugar no lejano a la ermita del Cristo de la Salud, hasta que dieron con el flujo de agua y, valiendose de unas piedras y de una teja, hicieron la fuente en honor a mi abuelo que era Guarda Forestal y se encargaba de la repoblación de castaños en la zona. La llamaron Fuente de San Gregorio, que era el nombre de mi abuelo, de mi padre y también el mio.

Años despues, en el que fue el último viaje de mi padre que ya estaba muy enfermo, volvimos a Hervás a rememorar viejos tiempos y recuerdo que mi padre se quedó muy impresionado por la belleza de la fuente de San Gregorio, que ya casi habia adquirido rasgos de monumentalidad y estaba cerca de los castaños que, con tanta dedicación, se habia encargado de repoblar mi abuelo Gregorio-

En aquel viaje tambien nos acordamos mucho de mi tio Emilio, que habia sido médico de Hervás. Fue, en definitiva, un viaje entrañable. Poco despues mi padre murió y, algo más tarde, tambien lo hizo mi mujer, que era Doctora Analista especializada en el hospital de Cáceres.
Años despues volví a Hervás con mi hijo Gregorio y vimos la fuente, cerca de la ermita y de una plaza de toros, en la que recuerdo haber visto mi primera corrida mientras lloraba a lagrima viva al ver morir a los cuatro novillos en 1956.
Creo que hicimos alguna fotografía, pero lo más importante fue estar allí, en aquel lugar entrañable que tanto significó para mi abuelo Gregorio, para mi padre Gregorio, para mí y ahora para mi hijo, que tambien se llama Gregorio.

Si Dios quiere, volveremos...