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CABEZO: queridisimos contertulios como os tenía prometido dije...

queridisimos contertulios como os tenía prometido dije que os contaria lo de la restauración de los santos del puebro el cabezo por parte la consola que en gloria esté y no sirva este comentario para mofa, befa, escarnio y bilipendio de una hija del cabezo que sirvió a dios nuestro señor con su habito y abnegación sino al contrario sirva para recordarla con cariño y respeto y perpetuar su recuerdo. digo que apareció la Consola por el pueblo el cabezo allá por los años ochenta cuando la mayoria andabamos cerriles y sin cibilizar y mos tirabamos en el puebro los tres meses del estio. La consola arregró una casa pequeña y humirde que ahora es la bodega de ignació y le puso un cuarto de baño y una puerta de madera de color verde. De su vida pasada todos sabiamos de una historia de desamor pero ese es otro tema. A lo que importa, ya integrada la Consola en el verano del cabezo pensó que que mala pinta tenian los santos o imagenes y que no podía ella por menos que adecentar las imagenes que representaban a tan nobles, santas y divinas personas, asi que manos a la obra, ni corta ni perezosa encargó unas brochas, aguarrás y pintura titanlux a alonso y alla que te voy... Ora, principiaba con san José, luego se pasaba a la inmaculada, mezclaba la pintura para conseguir tonos y tan delicadamente iba rescatando las imagenes que todas alcanzaron gran esplendor con el brillo titanlux, a poco que uno se fijara veia un claro reflejo de personajes de la pelicula gris de jhon travolta en la discoteca bailando a ritmo de la música de los bee geep (los bigyib coño) la iglesia tomó otro aspecto se asemejaba poco a poco a una de esas capillas de las vegas donde se casa la gente y todo es purpurina y lucecitas... y esta es a fin de cuentas otro relato de esta historia por entregas que a dia de hoy me permite reflejar mi mente con más o menos acierto aunque de verdad y sinceramente pienso que en el fondo de su alma su intención era buena y no pretendia sino remozar y rescatar del polvo los iconos de nuestra devoción.