¡ Y que salto ¡ Nos trasladaron a las escuelas de abajo. Teniamos un gran patio. Las clases eran amplias, los pupitres individuales ( los estrenamos este año). En uno de los laterales, unos grandes ventanales nos suministraban una intensa luz. Nos daba aire fresco en primavera y nos protegia del gélido frio en invierno con sus cierres hermeticos. Nuestro maestro, de. Pedro, imponia un respeto casi militar. Con voz grave y pausada, intentaba sacar lo mejor de nosotros. Siempre me maravillo su casi perfecta escritura, una cuestión que no heredé y si muchos de mis compañeros. Ahora me viene a la memoria, cuando algunas tardes, en mayo o junio antes de entrar en clase habia un gran clamor entre los alumnos: " De paseo" "De paseo" y esa tarde si todos los maestros accedian nos encaminaban en fila de a dos a la era de " la martina". Unos jugaban al futbol, otros al escondite entre las escobas y los menos a levantar piedras y sorprender al inocente alacran y quemarlo vivo.
AFRICA C.V.
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