Cuando Vesper ensombrece nuestros ojos, ansioso por el futuro vuelvo la vista al
cielo donde Dios escribió, con trazos no dudosos, la suerte y el destino de toda criatura. Pues El, a veces, mirando a un ser humano desde el fondo de los
cielos, se apiada y le enseña el
camino, y en los astros del cielo, que son su abecedario, nos predice el porvenir adverso o favorable; más, los hombres, cubiertos de tierra y de pecado, desprecian ese libro y no lo leen.