El otro dia, no quiere que de su nombre, me comentaba un paisano en Rubi la siguiente anecdota:
En los años 50, el que suscibre era muito pequenho, llegaron de Portugal unas camisas acrilicas que en Valencita le solian llamar de presirlar, las que nunca se arrugaban.
Recordaba que su madre le compro una camisa de esas con mucha antelación al dia de la función, pero esto se convirtio para él en un suplicio, pues dicha fecha se hizo casi inalcanzable en el calendario, ya que estaba loco por estrenar la camisa, y su madre no se lo permitia hasta el día de marras, solucion, cada dia, a espaldas de su madre, se ponia delante del espejo para probarse la camisa, y, me remacha, con que poco me conformaba.
Enseguida me vino a la memoria esas buenas apreciaciones de Charo, creo que antes (perdon a los modernos) habia otra forma o manera de apreciar el valor de las cosas.
Hoy, cuando contemplamos a nuestros hijos y nietos con sus consolas y sus moviles, pensamos que cambio ha dado la vida.
Cuantas veces hemos hablado de las escuelas, los braseros de Charo, de Manolo Culón, las tormentas de Luis Laso, de la leche en polvo, de los quesos que nos daban los americanos, y cuantas aventuras en las calles.
Y quien no recuerda aquellos guateques con /Melancolia/ de Pipino de Capri.
Hasta pronto, un abrazo para todos de: Rodrigo Alonso.-.
En los años 50, el que suscibre era muito pequenho, llegaron de Portugal unas camisas acrilicas que en Valencita le solian llamar de presirlar, las que nunca se arrugaban.
Recordaba que su madre le compro una camisa de esas con mucha antelación al dia de la función, pero esto se convirtio para él en un suplicio, pues dicha fecha se hizo casi inalcanzable en el calendario, ya que estaba loco por estrenar la camisa, y su madre no se lo permitia hasta el día de marras, solucion, cada dia, a espaldas de su madre, se ponia delante del espejo para probarse la camisa, y, me remacha, con que poco me conformaba.
Enseguida me vino a la memoria esas buenas apreciaciones de Charo, creo que antes (perdon a los modernos) habia otra forma o manera de apreciar el valor de las cosas.
Hoy, cuando contemplamos a nuestros hijos y nietos con sus consolas y sus moviles, pensamos que cambio ha dado la vida.
Cuantas veces hemos hablado de las escuelas, los braseros de Charo, de Manolo Culón, las tormentas de Luis Laso, de la leche en polvo, de los quesos que nos daban los americanos, y cuantas aventuras en las calles.
Y quien no recuerda aquellos guateques con /Melancolia/ de Pipino de Capri.
Hasta pronto, un abrazo para todos de: Rodrigo Alonso.-.