Estoy asombrado, por la prepotencia y soberbia, de nuestro complicado organismo humano.
Quienes piensan que el hombre tiene delante de sus narices, una extraordinaria potencia de manipulación, como especie viva, en el conjunto de galaxias y planetas universales, son unos engreídos.
Somos tan poza cosa, que nos maravillamos de nuestra capacidad de exterminarnos a nosotros mismos.
Somos una enfermedad sobre la piel de la Tierra y por esa maligna agresividad, tenemos que desaparecer como plaga infecciosa.
No somos nada y queremos saberlo todo.
Críspulo
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