La ciudad, una de las más importantes de toda Hispania, fue dotada con todas las comodidades de una gran urbe
romana y ejerció de capital de la provincia romana de Lusitania desde su fundación y como capital de toda la diócesis de Hispania durante el siglo IV. Tras las invasiones bárbaras, a partir del siglo V d. C.,
Mérida siguió siendo una importante ciudad del Reino Visigodo de Hispania en el siglo VI, convirtiéndose en capital del reino, la Urbs Regia, antes de que lo fuera
Toledo.