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4- El yoga de la Thule

Pero será en 1916 cuando la GO reciba un impulso decisivo con la irrupción de Rudolf von Sebottendorff. Joven inquieto y aventurero, después de haberse matriculado en el Politécnico de Berlín viajó por todo el mundo y se instaló durante un tiempo en El Cairo, donde estableció contacto con el misticismo islámico y con la enseñanza de los derviches Mevlevi.

De estas primeras experiencias extrajo el núcleo de una enseñanza iniciática que perfeccionó durante los años posteriores en Constantinopla, donde estuvo al servicio de Hussein Pasha como superintendente de sus propiedades. Sebottendorff entró a formar parte de una logia del Rito de Memphis y creó un sistema de meditación y respiración con técnicas de posicionamiento de las manos y el cuerpo. Su actividad espiritual se nutrió también de la antigua sabiduría egipcia, porque ya en 1900 había visitado la pirámide de Keops en Giza, estudiando su significado cosmológico y numerológico y aproximándose así a la gnosis oculta de la teocracia faraónica. Poco a poco, Sebottendorff llegó a la conclusión de que runas y misticismo islámico tenían un origen común y, a partir de esta idea, continuó sus estudios elaborando una especie de yoga silábico, en el cual después de haber adoptado ciertas posturas físicas especiales y realizando una respiración controlada, se recitaban ciertas sílabas místicas (mantras). Su sistema se proponía acumular la mayor fuerza cósmica posible dentro del cuerpo y dirigirla a unos puntos concretos para captar sabores y olores sutiles, hasta acceder a la percepción de la “sombra negra”. Este logro señalaba el comienzo de una nueva vida espiritual y se ritualizaba dando al discípulo un grado iniciático. El paso siguiente lo conducía a niveles superiores de meditación, hasta alcanzar la visualización interior de los colores, con un sistema inspirado en los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola, que también fue una de las fuentes espirituales en las cuales se inspirarían para diseñar el sistema de meditaciones de las SS, en el castillo de Wewelsburg. Todas estas técnicas habían tenido como objetivo el perfeccionamiento del individuo para conseguir su conversión en un ser espiritual completo, según la misma enseñanza, entre otras, de la masonería turca. Así como la masonería occidental se hallaba bajo dominio del judío, la masonería turca, no lo estaba, conteniendo mucho del conocimiento antiguo.

En 1913 Sebottendorff regresó a Alemania y se afilió a la Germanenorden, convirtiéndose en responsable de su sección bávara. Con él encontramos al joven Walter Nauhaus, estudioso de las tradiciones esotéricas, y a otros exponentes de aquella cultura pangermanista en la cual se daba tanto el ocultismo como la investigación histórica en la línea de List, buscando la cultura aria original para contraponerla al poder mundial judío, en el cual veían la mayor amenaza, como corruptor legendario de la raza aria, la cual había venido degenerando desde el final de la Edad de Oro. Por este motivo, la logia realizaría una labor de información y propaganda racial con demostraciones científicas de la decadencia provocada por la mezcla con otras razas. Sebottendorff se refiere a la masonería, la cual se hizo con “una doctrina secreta, transmitida a los miembros de aquellas hermandades de constructores medievales que erigieron las catedrales góticas. Reencontramos en la doctrina profesada por los alquimistas y los rosacruces, que se habían afiliado a las corporaciones, una masa importante de enseñanzas sapienciales arias”. Una de estas enseñanzas es la “construcción del Halgadom” (el “templo interior” de los rosacruces) de ahí que escribía: “Frente a la contrainiciática construcción del templo de Sión, empuñamos la espada de hierro y el martillo y dedicaremos nuestro empeño a la edificación del Halgadom germánico (…) La historia nos enseña que mientras el ario construye, el judío destruye”.

En su libro “Antes que Hitler llegara” (1933), Sebottendorff afirmó que las obras de List y Liebenfels “eran un inestimable patrimonio de datos digno de tenerse en cuenta, a pesar de su mística a ultranza” y sostuvo que Philipp Stauff, conocido por sus investigaciones rúnicas, había reunido en la Asociación de los seguidores de List a los auténticos discípulos de éste. La logia berlinesa de la Sociedad Guido von List se escindió y en 1912 Stauff y sus colaboradores entraron a formar parte de la Germanenorden (GO). Por tanto, disponemos de un respaldo documental sólido para afirmar que, desde esas fechas, la GO tenía en su interior guías como Stauff, Nauhaus, Sebottendorff y otros que aprobaban y practicaban las enseñanzas de List y Liebenfels. Si añadimos los ejercicios de yoga de la masonería turca y la preparación iniciática de Sebottendorff, tenemos que admitir que la GO estaba impregnada por un saber ocultista que, de cara a las masas, expresaba abiertamente su ideología con discursos nacionalistas, así como a través del órgano oficial de la logia, “Runen”, dirigido y financiado por Sebottendorff, cuyo primer número apareció en enero de 1918.

Las ceremonias importantes se realizaban durante los solsticios, como era costumbre entre los antiguos germanos, y el emblema de esta sociedad incluía una esvástica, según las enseñanzas de la ariosofía. Los adeptos de la GO llevaban asimismo un anillo rúnico; el mismo anillo de poder –diseñado por Karl Willigut, conocido como “Weisthor”, el consejero-mago del Reichsführer SS Himmler– que encontraremos más tarde entre los oficiales superiores de estas tropas de asalto (las SS) como distintivo, con las runas y una calavera por fuera y la firma de Himmler por dentro.

5- Hitler guía la Thule

El 18 de agosto de 1918 la logia bávara de la GO cambió oficialmente su nombre por el de Sociedad Thule, como cobertura para las actividades políticas. En este contexto, Thule Bund significa el regreso a la mítica Edad de Oro en lo que esta sociedad consideraba la zona de origen de la civilización aria. Las ceremonias de iniciación reclamaban la mítica patria nórdica y ligaban el ritual masónico con la religiosidad wotánica solar, algo evidente en los símbolos de la esvástica y en la imagen de Odín-Wotan que reproducían los pliegos oficiales de la logia.

Entre los invitados de la Thule a dictar conferencias encontramos a personajes que habrían de jugar un papel clave en el Partido NS, como Alfred Rosenberg, articulista del “Muenchener Beobachter” (el periódico de la Thule que se transformaría en el “Völkischer beobachter”, órgano oficial del Partido Nacional Socialista), o al futuro ministro de cultura, Dietrich Eckart, maestro espiritual de Hitler. Otro miembro destacado de esta sociedad era Rudolf Hess, estudioso de esoterismo, gran amigo de Hitler y también de Hans Frank, que sería el futuro gobernador de Polonia en 1939.

Pero, ¿cómo llegó Hitler a la Thule y al Partido NS?. Después de combatir en la I Guerra Mundial, donde, como hemos detallado, sería condecorado con la Cruz de Hierro de Primera Clase, y ser herido en las trincheras, regresó a Munich, donde trabajó como informador de la policía militar, interesada en reunir información sobre algunos grupos que operaban en dicha ciudad. Con este objetivo, en septiembre de 1919, el futuro Führer participó en una reunión del Deutsche Arbeiterpartei (DAP), el Partido de los Trabajadores Alemanes y pantalla política de la Orden o Sociedad Thule, fundado el 5 de enero de ese mismo año en una cervecería de Munich por Anton Drexler, miembro de la Thule.

Hitler quedó vivamente impresionado por las ideas del nuevo partido –que estaban en perfecta sintonía con las suyas– y presentó a sus superiores un informe favorable. Volvió a visitar el grupo y se inscribió en el mismo como afiliado número 7. Poco tiempo después asumía la presidencia y la organización acabó adoptando el nombre de Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes (N. S. D. A. P.). La Orden de Thule había encontrado al jefe adecuado y su propio destino político. En esta orden se promovía la idea de que el pensamiento científico debía enfocarse en la misión de demostrar y desarrollar las cualidades latentes de la raza aria. Volvemos a encontrar aquí las ideas de la ariosofía, que serían aplicadas con la típica disciplina alemana por la SS durante el III Reich. Por lo tanto, la Thule tenía como objetivo crear una élite destinada a ocupar los puestos clave en la conducción de la nación en busca de su ser, velando por su purificación eugenésica. Esta ideología venía siendo difundida por la corriente ariosófica desde la segunda mitad del siglo XIX hasta los primeros años del S XX. En la base de este pensamiento subyace un recuerdo, una nostalgia por los orígenes, en el sentido de una “caída” desde la pureza original (la Edad de Oro) como efecto del pecado (la mezcla con razas animales) y la convicción de que el judío actúa siempre como promotor de dicha degradación.

Llegados a este punto disponemos elementos para afirmar que la Orden de Thule, de la cual el nacionalsocialismo nació como brazo político, catalizó una corriente de pensamiento que tenía su origen en una demanda religiosa, como ocurrió en el caso de la ariosofía. Sin embargo, la Thule fue dejada a un lado por Hitler cuando llegó al poder. El Führer decidió convertir el NSDAP en un gran partido de masas mientras la Thule fue perdiendo importancia a medida que éste ganaba protagonismo. Una vez transformado el Führer ungido por su pueblo, la matriz ocultista de la cual había surgido el partido carecía de función, dado que éste mismo partido, era la nueva religión de una Alemania redimida.