Macuerdo que cuando, en la mesa, tu padre quería agradarte y mostrarte su cariño con recursos que solo los humildes manejan, escuchábamos cosas asín:
- ¿Pa quién vaser este tostón calentitooooo?-, te lo decía extrayendo de la sartén de migas rechinantes aquellas bolas de pan ardiendo tan sabrosas.
- ¡Pa mi niña este gallo!-, jejeje, y cortaba para ti ese trozo de sandía dulce sin cáscara que -convexo- solía quedarse en una de las mitades al cortarla.
-Esta tetita caliente del violín…., ¡pa mi fulaniiiiiiito!
-María, por favor, échame la cabeza desa rosca: quesque a mi Antonio le gustan con delirio, mujé-, esto en la churrería mirando a los “muñuelos” y apretándote la manita.
-Este jigo conestalmendra…., ¡pa mi mangurrina!
-Esta esquinita de uva temprana, ¡pa mi niño!
Era todo tan sencillo y natural; me pregunto si se mantendrán estas entrañables costumbres en el jabeñerío actual, deseándole mu buenas noches a to él.
- ¿Pa quién vaser este tostón calentitooooo?-, te lo decía extrayendo de la sartén de migas rechinantes aquellas bolas de pan ardiendo tan sabrosas.
- ¡Pa mi niña este gallo!-, jejeje, y cortaba para ti ese trozo de sandía dulce sin cáscara que -convexo- solía quedarse en una de las mitades al cortarla.
-Esta tetita caliente del violín…., ¡pa mi fulaniiiiiiito!
-María, por favor, échame la cabeza desa rosca: quesque a mi Antonio le gustan con delirio, mujé-, esto en la churrería mirando a los “muñuelos” y apretándote la manita.
-Este jigo conestalmendra…., ¡pa mi mangurrina!
-Esta esquinita de uva temprana, ¡pa mi niño!
Era todo tan sencillo y natural; me pregunto si se mantendrán estas entrañables costumbres en el jabeñerío actual, deseándole mu buenas noches a to él.