Clasicismo y maestría
EXPEDIENTE WARREN: THE CONJURING
DIRECTOR: JAMES WAN.
INTÉRPRETES: PATRICK WILSON, VERA FARMIGA, LILI TAYLOR, RON LIVINGSTON, JOEY KING.
GÉNERO: TERROR / EE. UU. / 2013 DURACIÓN: 112 MINUTOS.
SALA DE EXHIBICIÓN: CINES VICTORIA (Don Benito).
Siento una conexión total con James Wan, el director australiano de origen malayo, desde su recordado debut con Saw (2004), se ha convertido en un icono del cine de terror para el aficionado, que convierte cada estreno suyo en todo un acontecimiento. Aunque siempre nos encontraremos con una legión de críticos trasnochados y catetos que babean vapuleando un cierto tipo de cine basándose en prejuicios cavernícolas e intelectualoides que les lleva a creerse muy especiales.
Que se jodan, yo supe apreciar la inventiva de aquel cuento macabro titulado Silencio desde el mal (2007), me pareció un film de justicieros más que digno Sentencia de muerte (2007), y me lo pasé bien sumergiéndome en la atmósfera perturbadora de aquella casa encantada de Insidious (2010). Wan logra la que es su mejor película hasta la fecha con EXPEDIENTE WARREN: THE CONJURING, y tal vez esa babosa crítica pequeñoburguesa se rinda ahora al talento de un hombre que ha evolucionado desde el terror más visceral hasta la fábula hiperrealista.
Basada en la historia real de la familia Perron, el film nos sitúa en el año 1971 para presentarnos al matrimonio de investigadores paranormales Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga), él demonólogo y ella médium, que tienen una especial reputación en el mundo de los fenómenos sobrenaturales. Un día son llamados por una familia formada por Roger y Caroline Perron (Ron Livingston y Lili Taylor), que con sus cinco hijas se han mudado a un caserón en una granja aislada de Harrisville, en Rhode Island, que está siendo acosada por una entidad supuestamente diabólica. Obligados a enfrentarse a la oscura presencia demoníaca, los Warren se encuentran con el caso más terrorífico de sus vidas.
Si este crítico fuera actor confiaría a ciegas en James Wan, el director más ingenioso y original –junto con Rob Zombie- dentro del panorama del cine fantástico actual. Lo haría al menos para que mi filmografía incluyera una película firmada por un cineasta que se convertirá en una leyenda del género, pero también porque debe resultar fascinante formar parte de un universo creativo que busca celebrar nuevas formas escénicas, narrativas y plásticas del terror: la ilusión de un territorio fértil donde se deconstruyen las fórmulas y códigos clásicos para potenciar sus elementos más eficaces y significativos, eliminando lo puramente anecdótico y/o superfluo. Wan regresa a la temática de las casas encantadas que ya visitara en Insidious, una premisa en apariencia nada original que con el latiguillo “basada en una historia real” conforma un relato que integra elementos novedosos en un paraje de lugares comunes y reconocibles.
EXPEDIENTE WARREN: THE CONJURING abre dos vías narrativas que van a confluir de forma electrizante: por un lado la relación existente entre el matrimonio de investigadores de lo paranormal; y por otro la familia que se ve asaltada por un ente demoníaco. Fusión de almas que se verán envueltas en una espiral aterradora que marcará las pautas de un suspense insoportable en el epicentro de una atmósfera muy elaborada y asfixiante. Filmada a la vieja usanza con sofisticación y un depurado estilo, la función nunca abusa de los trucos y sustos fáciles, desarrollando una trama mínima que encuentra el cóctel perfecto en los fenómenos poltergeist, las posesiones y las casas encantadas, el halo visible de una intensa y desgarradora dramaturgia, y a través de esos ingredientes, redefinir los acontecimientos violentos de origen sobrenatural que amenazan y acaban dinamitando la paz de una familia de manera progresiva y escalofriante.
Wan hace tiempo que abandonó la violenta y descarnada explicitud de su primera obra para explorar el magma psicológico donde fermenta el miedo como detonante del sometimiento y la devastación emocional, y el espectador más cinéfilo quedará extasiado con los magnéticos y elegantes planos secuencia sobre un espacio que es más psíquico que físico, apreciando cada encuadre en su amenazante dimensión, quedará atrapado desde el minuto uno con ese magnífico prólogo que nos presenta a los Warren con otro espeluznante caso, el de la muñeca Annabelle. Con un equilibrio perfecto entre cine mainstream y película de autor, la función triunfa en su deliciosa ambientación setentera, tamizada por una textura y un tono naturalista, en la elección de un impecable elenco del que sobresalen un sobrio Patrick Wilson y unas soberbias Vera Farmiga y Lili Taylor. Y, por supuesto, triunfa en su misión de erizar el vello del espectador, a quien arrastra a un clímax final terrorífico y purificador, como catarsis definitiva de los miedos más ancestrales. Wan se dio a conocer ante el público con Saw cuando sólo tenía 27 años, nueve años después ha firmado su primera obra maestra.
EXPEDIENTE WARREN: THE CONJURING
DIRECTOR: JAMES WAN.
INTÉRPRETES: PATRICK WILSON, VERA FARMIGA, LILI TAYLOR, RON LIVINGSTON, JOEY KING.
GÉNERO: TERROR / EE. UU. / 2013 DURACIÓN: 112 MINUTOS.
SALA DE EXHIBICIÓN: CINES VICTORIA (Don Benito).
Siento una conexión total con James Wan, el director australiano de origen malayo, desde su recordado debut con Saw (2004), se ha convertido en un icono del cine de terror para el aficionado, que convierte cada estreno suyo en todo un acontecimiento. Aunque siempre nos encontraremos con una legión de críticos trasnochados y catetos que babean vapuleando un cierto tipo de cine basándose en prejuicios cavernícolas e intelectualoides que les lleva a creerse muy especiales.
Que se jodan, yo supe apreciar la inventiva de aquel cuento macabro titulado Silencio desde el mal (2007), me pareció un film de justicieros más que digno Sentencia de muerte (2007), y me lo pasé bien sumergiéndome en la atmósfera perturbadora de aquella casa encantada de Insidious (2010). Wan logra la que es su mejor película hasta la fecha con EXPEDIENTE WARREN: THE CONJURING, y tal vez esa babosa crítica pequeñoburguesa se rinda ahora al talento de un hombre que ha evolucionado desde el terror más visceral hasta la fábula hiperrealista.
Basada en la historia real de la familia Perron, el film nos sitúa en el año 1971 para presentarnos al matrimonio de investigadores paranormales Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga), él demonólogo y ella médium, que tienen una especial reputación en el mundo de los fenómenos sobrenaturales. Un día son llamados por una familia formada por Roger y Caroline Perron (Ron Livingston y Lili Taylor), que con sus cinco hijas se han mudado a un caserón en una granja aislada de Harrisville, en Rhode Island, que está siendo acosada por una entidad supuestamente diabólica. Obligados a enfrentarse a la oscura presencia demoníaca, los Warren se encuentran con el caso más terrorífico de sus vidas.
Si este crítico fuera actor confiaría a ciegas en James Wan, el director más ingenioso y original –junto con Rob Zombie- dentro del panorama del cine fantástico actual. Lo haría al menos para que mi filmografía incluyera una película firmada por un cineasta que se convertirá en una leyenda del género, pero también porque debe resultar fascinante formar parte de un universo creativo que busca celebrar nuevas formas escénicas, narrativas y plásticas del terror: la ilusión de un territorio fértil donde se deconstruyen las fórmulas y códigos clásicos para potenciar sus elementos más eficaces y significativos, eliminando lo puramente anecdótico y/o superfluo. Wan regresa a la temática de las casas encantadas que ya visitara en Insidious, una premisa en apariencia nada original que con el latiguillo “basada en una historia real” conforma un relato que integra elementos novedosos en un paraje de lugares comunes y reconocibles.
EXPEDIENTE WARREN: THE CONJURING abre dos vías narrativas que van a confluir de forma electrizante: por un lado la relación existente entre el matrimonio de investigadores de lo paranormal; y por otro la familia que se ve asaltada por un ente demoníaco. Fusión de almas que se verán envueltas en una espiral aterradora que marcará las pautas de un suspense insoportable en el epicentro de una atmósfera muy elaborada y asfixiante. Filmada a la vieja usanza con sofisticación y un depurado estilo, la función nunca abusa de los trucos y sustos fáciles, desarrollando una trama mínima que encuentra el cóctel perfecto en los fenómenos poltergeist, las posesiones y las casas encantadas, el halo visible de una intensa y desgarradora dramaturgia, y a través de esos ingredientes, redefinir los acontecimientos violentos de origen sobrenatural que amenazan y acaban dinamitando la paz de una familia de manera progresiva y escalofriante.
Wan hace tiempo que abandonó la violenta y descarnada explicitud de su primera obra para explorar el magma psicológico donde fermenta el miedo como detonante del sometimiento y la devastación emocional, y el espectador más cinéfilo quedará extasiado con los magnéticos y elegantes planos secuencia sobre un espacio que es más psíquico que físico, apreciando cada encuadre en su amenazante dimensión, quedará atrapado desde el minuto uno con ese magnífico prólogo que nos presenta a los Warren con otro espeluznante caso, el de la muñeca Annabelle. Con un equilibrio perfecto entre cine mainstream y película de autor, la función triunfa en su deliciosa ambientación setentera, tamizada por una textura y un tono naturalista, en la elección de un impecable elenco del que sobresalen un sobrio Patrick Wilson y unas soberbias Vera Farmiga y Lili Taylor. Y, por supuesto, triunfa en su misión de erizar el vello del espectador, a quien arrastra a un clímax final terrorífico y purificador, como catarsis definitiva de los miedos más ancestrales. Wan se dio a conocer ante el público con Saw cuando sólo tenía 27 años, nueve años después ha firmado su primera obra maestra.