He podido comprobar que en el foro hay eficaces detectives. Tal vez alguno de ellos pueda ayudarme a localizar a una amiga de mi infancia llamada Esmeralda. No tengo muchos datos que ofrecer sobre ella, pero calculo que nacería en los primeros años de la década de los sesenta, de su familia sólo recuerdo que a su madre la apodaban "las tres tetas" y tenía una verruga en un diente. Llegó al pueblo cuando contaba unos 8 años de edad (puede que fuera hija de un guardia civil, un minero o un peón caminero), llevaba siempre unas trenzas y tenía una sonrisa clara como una mañana de primavera.
Conmigo se reía mucho, sobre todo cuando me daba por trasformar los trillados refranes que tanto repetían los viejos: "Ande yo caliente que me la meta Vicente". Y jugábamos a los "médicos" al "butanero y la criada" y a "invisible bajo mi falda". Un día desapareció con su familia sin dejar rastro. Su marcha causó en mí un hondo pesar, y me acostumbré a su ausencia como el burro se acostumbra a las moscas y la abuela a la achicoria, ya saben, moviendo la cabeza y arrugando el hocico.
Ayer, ordenando y limpiando los libros, me encontré un poema suyo -que no reproduzco por pudor- en un ejemplar de 1946 de "Un millón de muertos" de Gironella, y que termina con los versos "y así el hada termina siempre mojada".
Agradeceré que alguien me proporcione alguna pista válida sobre aquella inolvidable amiga, lo intenté en el programa "Quién sabe dónde? Pero fue inútil, y cada año, por estas fechas, mi corazón moquea por ella.
Conmigo se reía mucho, sobre todo cuando me daba por trasformar los trillados refranes que tanto repetían los viejos: "Ande yo caliente que me la meta Vicente". Y jugábamos a los "médicos" al "butanero y la criada" y a "invisible bajo mi falda". Un día desapareció con su familia sin dejar rastro. Su marcha causó en mí un hondo pesar, y me acostumbré a su ausencia como el burro se acostumbra a las moscas y la abuela a la achicoria, ya saben, moviendo la cabeza y arrugando el hocico.
Ayer, ordenando y limpiando los libros, me encontré un poema suyo -que no reproduzco por pudor- en un ejemplar de 1946 de "Un millón de muertos" de Gironella, y que termina con los versos "y así el hada termina siempre mojada".
Agradeceré que alguien me proporcione alguna pista válida sobre aquella inolvidable amiga, lo intenté en el programa "Quién sabe dónde? Pero fue inútil, y cada año, por estas fechas, mi corazón moquea por ella.