Andres Miranda, primo mío:
Te leo y me despiertas o recuerdas tantas cosas, tantos afectos sin destinatario, tantas ganas de abrazar, tanto
pueblo repartio, tanta escena de maleta de madera barnizada, cantonera de lata y amarríjo de cuerda, tantas despedida y adioses desde la
esquina de la
torre, o del
campanario -como decian otros- a la estela de polvo y lagrimas que dejaba el
coche del Relojero, mientras se perdia de vista por el
Puerto Fregenal.
¡Quien dispusiera! de una barita magica, que
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