UN VIAJE EN EL TIEMPO POR UN FERROVIARIO CONVENCIDO.
Los años que pasé trabajando en el ferrocarril fueron una experiencia única, un crisol de emociones y aprendizajes. Cada día era un nuevo capítulo en la historia de las vías, un constante vaivén entre la rutina y la aventura. Recuerdo el sonido del silbato, el traqueteo de las ruedas sobre los raíles, el olor al gasóleo y aceite de aquella maquinaria en los trenes, esas jornadas de trabajo en los diferentes puestos de responsabilidad en la gestión y operativa ferroviaria, los viajes transcurridos a los puntos de control en el ámbito de la responsabilidad del puesto o funcion profesional en el devenir de la diaria, con la sensación de formar parte de algo más grande, de conectar personas y lugares.¨La camaradería entre los compañeros era especial, un lazo forjado en las largas jornadas y en la superación de desafíos. Éramos una familia, unidos por el amor a nuestro trabajo y el compromiso con el servicio. También recuerdo los momentos difíciles, las averías inesperadas, que obligaban a un trabajo extra con jornadas maratorianas, a retrasar las planificaciones programadas del servicio a prestar, pero incluso en esas circunstancias, la unión y el ingenio de la plantilla salían a relucir para superar cualquier obstáculo. En retrospectiva, los años como ferroviario fueron una escuela de vida. Aprendí la importancia de la responsabilidad, la disciplina, la colaboración y la adaptación. Pero sobre todo, aprendí a valorar la conexión humana, la capacidad de unir a las personas y de hacer que el mundo sea un poco más pequeño. Las vías del ferrocarril no solo conectan ciudades, sino también corazones y recuerdos, y yo tuve la suerte de ser parte de ese viaje durante muchos años.
Pepe J C.
Los años que pasé trabajando en el ferrocarril fueron una experiencia única, un crisol de emociones y aprendizajes. Cada día era un nuevo capítulo en la historia de las vías, un constante vaivén entre la rutina y la aventura. Recuerdo el sonido del silbato, el traqueteo de las ruedas sobre los raíles, el olor al gasóleo y aceite de aquella maquinaria en los trenes, esas jornadas de trabajo en los diferentes puestos de responsabilidad en la gestión y operativa ferroviaria, los viajes transcurridos a los puntos de control en el ámbito de la responsabilidad del puesto o funcion profesional en el devenir de la diaria, con la sensación de formar parte de algo más grande, de conectar personas y lugares.¨La camaradería entre los compañeros era especial, un lazo forjado en las largas jornadas y en la superación de desafíos. Éramos una familia, unidos por el amor a nuestro trabajo y el compromiso con el servicio. También recuerdo los momentos difíciles, las averías inesperadas, que obligaban a un trabajo extra con jornadas maratorianas, a retrasar las planificaciones programadas del servicio a prestar, pero incluso en esas circunstancias, la unión y el ingenio de la plantilla salían a relucir para superar cualquier obstáculo. En retrospectiva, los años como ferroviario fueron una escuela de vida. Aprendí la importancia de la responsabilidad, la disciplina, la colaboración y la adaptación. Pero sobre todo, aprendí a valorar la conexión humana, la capacidad de unir a las personas y de hacer que el mundo sea un poco más pequeño. Las vías del ferrocarril no solo conectan ciudades, sino también corazones y recuerdos, y yo tuve la suerte de ser parte de ese viaje durante muchos años.
Pepe J C.