Todo es interpretación,
dijo tras mucho pensar
y se marchó a descansar
convencido el centurión,
que otro día sería más claro,
vería el tuerto los espárragos,
amanecerían los buenos malos
y arrancarían a los jaramagos.
Pero ¡oh desilusión!
Amaneció muy nublado,
con frío viento racheado
y unos truenos del copón
que hacían sintieran pavor
los espíritus más templados
al ver que el día se hacía noche
y que una fina lluvia helada
se le clavaba en sus carnes
igual que dardos afilados.
¡Cago en tó y más p´allá!
Que si d´esta salgo yo
y se salvan mis mesnadas
de vivir como apestadas
entre tanta zaragalla
de negras almas disfrazadas
y lenguas desmesuradas,
que echó mano al escardillo
y descuajo hasta cardillos.
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