Guardo un hermoso recuerdo de mi infancia.
De Alburquerque es mi hermana; allí recibí la Primera Comunión y la Confirmación. Recuerdo la escuela de de. Pedro, las escaleras frente a Correos (El Patíbulo) San Mateo, San Francisco y La Soledad. Los Casinos de la Concordia y de la ¿Mixtura? Las correrías por el castillo y sus murallas, "la bala de cañón" un agujero de tamaño considerable en su paramento amurallado por donde entrar y salir desde el Paseo de las Laderas con sus resbaladeros en la tierra y una magnífica piedra pulida por las culeras de nuestros pantalones -alguna torta me costo, por participar en su pulimento a pesar de los agujeros en la culera-.
Recuerdo el Cine de de. Daniel, el médico en el que se escuchaba tarde tras tarde por los altavoces "El cordón de mi corpiño, mi niño..." y mi brazo roto, que él escayoló
Recuerdo con emoción a las dos señoras ancianas que frente al casino, en unos improvisados cestones, vendían pipas, altramuces, caramelos...
La churrería que estaba en los bajos del Paseo de la Alameda, ya en la calle Colón; la huevería de Lino, casi en el extremo opuesto; puedo evocar la figura enorme de la Sra. Gregoria (La Mochuela), siempre tocada con un mantón de color negro…A la farmacéutica, a la latera…
Recuerdo con nostalgia a tanta gente, a tantos amigos de los que no queda el nombre, pero sí la imagen de aquellos años...
Recuerdo, siempre cerrada, Santa María del Mercado, casi en ruinas o por lo menos cerrada al culto habitual, la ermita de la Soledad, (bajo el mosaico de Nitrato de Chile) en la esquina de la plaza, poblada por imágenes apolilladas. En aquellos años se abrió para representar un Belén viviente, en el que las nubes eran de fibra de vidrio (el llamado pica-pica) que obligaba al san José a rascarse la espalda con fruición ayudándose con la varita florecida...
La plaza de toros, el reloj de la torre, las cigüeñas, "las aguas churras" de los alperchines, residuos de un lagar situado a las traseras de la parroquia, La fuente del Caño, "la Estellesa" autobús de línea a Badajoz (¿existe todavía bajo ese nombre? Las azufaifas, las bellotas; el "comerse los santos" no recuerdo en que fecha del año…
Las excursiones a la Virgen de Carrión; durante años conservé una cinta de color azul cuya longitud era la altura de la imagen; el agua mansa y transparente del río, meciendo las ovas del fondo y regando los árboles de sus riberas.
Las manzanas camuesas, los grillos, las quesadillas…
Total ¡solo han pasado cincuenta años de nada! y en mi imaginario sigue vivo un lugar donde fui feliz en lo posible y para el que guardo un rincón en mi corazón.
Si alguien se toma la molestia de leer estas letras, que mire por mí, con sus ojos, el escenario de parte de mi infancia. Un saludo afectuoso. Miguel ángel.
De Alburquerque es mi hermana; allí recibí la Primera Comunión y la Confirmación. Recuerdo la escuela de de. Pedro, las escaleras frente a Correos (El Patíbulo) San Mateo, San Francisco y La Soledad. Los Casinos de la Concordia y de la ¿Mixtura? Las correrías por el castillo y sus murallas, "la bala de cañón" un agujero de tamaño considerable en su paramento amurallado por donde entrar y salir desde el Paseo de las Laderas con sus resbaladeros en la tierra y una magnífica piedra pulida por las culeras de nuestros pantalones -alguna torta me costo, por participar en su pulimento a pesar de los agujeros en la culera-.
Recuerdo el Cine de de. Daniel, el médico en el que se escuchaba tarde tras tarde por los altavoces "El cordón de mi corpiño, mi niño..." y mi brazo roto, que él escayoló
Recuerdo con emoción a las dos señoras ancianas que frente al casino, en unos improvisados cestones, vendían pipas, altramuces, caramelos...
La churrería que estaba en los bajos del Paseo de la Alameda, ya en la calle Colón; la huevería de Lino, casi en el extremo opuesto; puedo evocar la figura enorme de la Sra. Gregoria (La Mochuela), siempre tocada con un mantón de color negro…A la farmacéutica, a la latera…
Recuerdo con nostalgia a tanta gente, a tantos amigos de los que no queda el nombre, pero sí la imagen de aquellos años...
Recuerdo, siempre cerrada, Santa María del Mercado, casi en ruinas o por lo menos cerrada al culto habitual, la ermita de la Soledad, (bajo el mosaico de Nitrato de Chile) en la esquina de la plaza, poblada por imágenes apolilladas. En aquellos años se abrió para representar un Belén viviente, en el que las nubes eran de fibra de vidrio (el llamado pica-pica) que obligaba al san José a rascarse la espalda con fruición ayudándose con la varita florecida...
La plaza de toros, el reloj de la torre, las cigüeñas, "las aguas churras" de los alperchines, residuos de un lagar situado a las traseras de la parroquia, La fuente del Caño, "la Estellesa" autobús de línea a Badajoz (¿existe todavía bajo ese nombre? Las azufaifas, las bellotas; el "comerse los santos" no recuerdo en que fecha del año…
Las excursiones a la Virgen de Carrión; durante años conservé una cinta de color azul cuya longitud era la altura de la imagen; el agua mansa y transparente del río, meciendo las ovas del fondo y regando los árboles de sus riberas.
Las manzanas camuesas, los grillos, las quesadillas…
Total ¡solo han pasado cincuenta años de nada! y en mi imaginario sigue vivo un lugar donde fui feliz en lo posible y para el que guardo un rincón en mi corazón.
Si alguien se toma la molestia de leer estas letras, que mire por mí, con sus ojos, el escenario de parte de mi infancia. Un saludo afectuoso. Miguel ángel.
