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Desde
el alba del hueso
la carne
es un latido anterior a sí misma.
3

La carne
sólo piensa cuando el pulso vacila
y en su lugar se instalan
los enigmas.
El cuerpo.

Sólo somos
su huésped transitorio.

Su más desheredado habitante
mortal.
Desde
el alba del hueso
la carne
es un latido anterior a sí misma.
Ana Emilia Lahitte

El cuerpo

A Jorge García Sabal y Alfredo Veiravé

Asumo
en huesos frágiles
el esplendor del ser y su destierro
mi médula salvaje ... (ver texto completo)
El cuerpo.

Sólo somos
su huésped transitorio.

Su más desheredado habitante
mortal.
Ana Emilia Lahitte

El cuerpo

A Jorge García Sabal y Alfredo Veiravé

Asumo
en huesos frágiles
el esplendor del ser y su destierro
mi médula salvaje
mi ambigüedad
tajeada por las uñas de Dios. ... (ver texto completo)
Ana Emilia Lahitte

El suéter de Fedorio

En los bordes raídos del suéter
de Fedorio
se arremansa la vida y sus historias.

Jamás
me atrevería a proponerle restañar ... (ver texto completo)
Quitárselo
sería desollarlo.

El suéter de Fedorio
es una hogaza
un libro de bitácora un sol un campanario
alguna melodía que se canta
sin que nadie la escuche.
Su intemperie
anuda cuanto ha sido algo más ... (ver texto completo)
Ana Emilia Lahitte

El suéter de Fedorio

En los bordes raídos del suéter
de Fedorio
se arremansa la vida y sus historias.

Jamás
me atrevería a proponerle restañar
esos hilos desgastados
reavivar los colores
las zonas percudidas como un abecedario
para ciegos. ... (ver texto completo)
Ana Emilia Lahitte

Amantes clandestinos

Uno
va internándose
en la fatiga horizontal que llega
a seducir los huesos
y el silencio
como si fuesen huéspedes fugaces ... (ver texto completo)
Vamos tendiéndonos
junto a nuestra sombra arropándonos con ella.

Hay un cambio de piel
que nos desnuda.

Y la fatiga invade.
Murmura otros idiomas
que no son extranjeros pero emplean
sin voz ... (ver texto completo)
Ana Emilia Lahitte

Amantes clandestinos

Uno
va internándose
en la fatiga horizontal que llega
a seducir los huesos
y el silencio
como si fuesen huéspedes fugaces
o amantes clandestinos.
Y un día
nos sorprende descubrirnos
dueños de una morada
abierta a la intemperie de toda soledad. ... (ver texto completo)
13
Fascina
Este límite
Donde el haber vivido se desprende
como la piel de una serpiente.

18
Sí,
las heridas son el mejor manuscrito.
... (ver texto completo)
38
La duda es un extraño paraíso
donde Dios puede al fin dejar de ser eterno.

42
Amo secretamente el casos que me ama.

44
Es difícil morir.
Más difícil aún saber si estamos vivos.
4
Amo
el temblor radiante de mi propia intemperie.

5
La desnudez
fue siempre mi guarida secreta.

6
Costó tanto ... (ver texto completo)
13
Fascina
Este límite
Donde el haber vivido se desprende
como la piel de una serpiente.

18
Sí,
las heridas son el mejor manuscrito.

32
Envejecer es esto,
recordar vagamente la piel de los amantes.

37
Sólo creo
en los ángeles heridos,
en su examen de luz en los infiernos. ... (ver texto completo)
Ana Emilia Lahitte

Algunas maneras de ensayar el adiós

1
Cada latido,
pendular, descalzo, regresa al universo.

2
Somos lo que no vemos. ... (ver texto completo)
4
Amo
el temblor radiante de mi propia intemperie.

5
La desnudez
fue siempre mi guarida secreta.

6
Costó tanto
inventarse, cavarse, mutilarse,
antes de regresar al fondo del espejo.

10
Lo importante es la sed.
Ser un mismo desierto. ... (ver texto completo)
Ana Emilia Lahitte

Algunas maneras de ensayar el adiós

1
Cada latido,
pendular, descalzo, regresa al universo.

2
Somos lo que no vemos.
Somos lo que ignoramos. La sombra es la única constancia
del aún estar después de haber huído. ... (ver texto completo)
Ana Antillón

Blanca, liviana fuerza de la altura

Blanca, liviana fuerza de la altura,
apoyando su peso en los fríos velos,
descubre heladas llamas de antro fuego;
el pesado vapor y la blancura
de la sedosa piel corre a los suelos,
en soledad de grises de ebrio juego. ... (ver texto completo)
Ana Antillón

Desplegada en el aire

Desplegada en el aire,
colgando de un hilillo
que se alarga y se angosta
mientras escupo o chupo,
yo, araña en las tinieblas
con las patas redondas
de gastar paredes,
con el vientre escaldado
de manejar insectos;
me subo hacia los techos
y me hieren huevillos,
me bajo a los rincones
y me penetro de agua;
vuelvo hacia el aire fresco
y me quedo congando,
los ojos encogidos
de soledad y viento,
las patas destrozadas
de agitarlas con fuerza.
Rompiendo en la cabeza,
fluyendo en las entrañas,
la baba se me escapa,
me destroza los miembros.
Languidezco vacía
con la cáscara suave
arrugada y desnuda,
colgando aún del aire. ... (ver texto completo)
Ana Antillón

Es árbol triste, seco y deshojado

Es árbol triste, seco y deshojado,
añoso y pensativo tronco,
rasgando los cabellos a las nieblas,
mirándose en un charco pantanado,
sorbiendo al trueno el resonido ronco,
verdugo deslumbrado de tinieblas. ... (ver texto completo)