Concédeme esos cielos, esos mundos dormidos,
el peso del silencio, ese arco, ese abandono,
enciéndeme las manos,
ahóndame la vida
con la dádiva dulce que te pido.
Dame la luz sombría, apasionada y firme
de esos cielos lejanos, la armonía ... (ver texto completo)
Es un oro imposible de comprender, un acabado
silencio que renace y se incorpora.
Las manos de la noche buscan el aire, el aire
se olvida sobre el mar,
el mar cerrado, ... (ver texto completo)
Cabe la turbia poza
gime la rana humilde: por su alpiste
mi ruiseñor solloza...
Dios, patria, amor, ensueño,
se me apartan... Embriágame el
Olvido con su fatal beleño;
y me entrego a mi suerte,
frágil alga que azota enfurecido
un aquilón de muerte...
Y al vendaval, el alga:
¡Muévate, oh Dios, mi
lóbrego destino! ¡Mi confesión me valga!...
Y al alga, el vendaval:
flota y canta; serás
carbón divino: te mudaré en cristal. ... (ver texto completo)
Y si me das oído
y me entrega su miel tu labio joven,
en tu más hondo nido
vuelo a asilar mi aurora,
para que las alondras no me roben
la eternidad de tu hora!...
Mas, ¡ay! cuán poco dura...
Murciélago me ve la tarde triste,
candil, la noche obscura.
Cabe la turbia poza
gime la rana humilde: por su alpiste
mi ruiseñor solloza...
Dios, patria, amor, ensueño,
se me apartan... Embriágame el
Olvido con su fatal beleño;
¡Oh, Amor!... Para invocarte
unjo de aromas finos mi piel ruda,
mírome en tu agua, aparte...
Para ablandar tu reja
pido al hambre su súplica más muda:
a la torcaz, su queja...
Y si me das oído
y me entrega su miel tu labio joven,
en tu más hondo nido
vuelo a asilar mi aurora,
para que las alondras no me roben
la eternidad de tu hora!...
Mas, ¡ay! cuán poco dura...
Murciélago me ve la tarde triste,
candil, la noche obscura.
Que tu amor me apacigüe.
Quiero ser en tu rama dulce abeja,
solitario copigüe...
Y, tú que el agua acreces
del mar en que me esperas, con tu
llanto ¡Madre!... ¿no fui mil veces
golondrina en tu alero;
Rey Mago en tu Pesebre; en tu
quebranto serenador lucero?...
¡Oh, Amor!... Para invocarte
unjo de aromas finos mi piel ruda,
mírome en tu agua, aparte...
Para ablandar tu reja
pido al hambre su súplica más muda:
a la torcaz, su queja...
Ya mi bordón requiero,
y no aquieta mi labio hasta que toca
la sandalia de Homero...
¡Tu cielo azul, tus lares!
¡Patria! Nevado monte! Casa vieja!
roble de mis cantares!
Que tu amor me apacigüe.
Quiero ser en tu rama dulce abeja,
solitario copigüe...
Y, tú que el agua acreces
del mar en que me esperas, con tu
llanto ¡Madre!... ¿no fui mil veces
golondrina en tu alero;
Rey Mago en tu Pesebre; en tu
quebranto serenador lucero?...