La brisa, el murmullo del
mar invitaba a la caricia... ella se dejaba atrapar sobre la arena, en aquella
playa al otro lado de la
bahía.
Jamás olvidare las conchas de variados
colores, ni la apuesta: a cada concha un beso... y un montón de conchas depositadas en la arena sobre la gran
roca.
La playa donde nos juramos amor, varias tardes de aquel
verano que acababa, era solo nuestra... hasta que un día, solo supe de ella por sus cartas, que me hablaban de las conchas en la que expresaba ansiaba
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