Amante sin futuro, pobre lumbre,
suspiras por los rayos de la luna
recordando los besos cristalinos
de tu mujer, yaciente en la memoria.
En el desierto vives tu orfandad.
Y por la
noche sales a buscarla,
sombrío, rememoras el pasado
viendo cómo se entierra la alegría.
No volverás a verla, bien lo sabes;
que ahora no te abraza, tienes frío,
sequedad en la boca sin sus besos.
¿A quién confiar escombros, esta noche
herida en tu garganta, tanta ausencia?
Amigo, aunque me duela yo te escucho.