A raíz de las obras de colonización de la isla de
Tabarca que comenzaron 1769 y por las que se deforestó buena parte de la
sierra de
Santa Pola, el número de habitantes aumentó rápidamente. En 1769 había unos 471 habitantes que en 1794 ya eran 870. Cavanilles, que visitó la localidad ese año, señala que «[...] su
caserío es infeliz y pobres los vecinos, ocupados en parte en la agriculturas, y en parte en la
pesca.
Las mujeres y niños hacen cordeles para las
fábricas de
Alicante».