Su emplazamiento era el mismo que en la actualidad ocupa el
Castillo-Fortaleza y su área de influencia abarcaba la comarca. Su gran competidor, el
puerto de
Alicante, limitaba sus posibilidades al contar con mejores condiciones y mayores recursos. A partir del siglo XIII, los reyes y las autoridades locales intentaron potenciar la actividad comercial y portuaria por medio de la concesión de privilegios para así asegurarse el control del territorio, tanto desde el punto de vista demográfico como económico.