En el 201 a. C. los
romanos capturan la ciudad íbera conocida como Leukante o Leukanto —Lucentum es una latinización del nombre original que solo existió en los
mapas romanos— que contaba con un aceptable
puerto marítimo-fluvial en la desembocadura del barranco de la
Albufereta. Este será el primer solar de lo que con el tiempo se convertiría en
Alicante. Hacia la época del final del dominio
romano el encenagamiento del torrente que desemboca junto al poblado de Leucante (Lucentum) hace que deje de ser adecuado como el puerto y queda el asentamiento rodeado de marismas y
pantanos palúdicos insalubres, por lo que su población se va desplazando progresivamente hacia las faldas del Benacantil, dando lugar al verdadero origen del actual casco urbano. El Benacantil es una elevación rocosa, colindante con el
mar, de 169 metros de altura aproximadamente que tuvo un papel clave para la construcción del
castillo de
Santa Bárbara, y consecuentemente con el desarrollo de la ciudad española de Alicante.