No fue hasta la primera década del siglo siglo xxi que el
ayuntamiento empezó a plantear soluciones para resolver el problema, como el cierre de algunos negocios, la despeatonalización de la
calle o la dotación de instalaciones culturales. A finales de 2013, la alcaldesa de
Alicante, Sonia Castedo, decidió tematizar la calle con figuras de
setas de grandes dimensiones. El suelo se pintó de verde y amarillo y se dibujaron rayuelas. A pesar de la polémica inicial (el coste de la inversión fue de unos 60 000 euros), la calle atrajo la atención de los turistas e incrementó la apertura de nuevos negocios. Desde entonces, la calle se conoce popularmente como la calle de las Setas.