Agres os llama; nos llama para que lo visitemos; grita desde su enclave prodigioso al peregrino para que se acerque a él. Al llegar a Agres, la primera parada es, por obligación, el
Santuario. Poco voy a decir de él a estas alturas: que aquellos que no lo conozcan, aprovechen estos días para recorrerlo y disfrutar de este paraje único en
Alicante. Con el
invierno, el Santuario se envuelve en un halo de misterio más típico de las fortalezas
medievales que de los templos religiosos. La umbria, la
niebla y el frio nos indican el
camino. Aún con los inconvenientes del riguroso invierno en la
Sierra de Mariola, yo lo prefiero en enero que en
primavera. Ese toque de suspense lo hace aún más especial.