El Domingo 30 de Julio asistimos en Montemediano a una de las celebraciones más entrañables, a mi parecer, de los últimos años en dicho pueblo y fué el bautizo de Julia Martinez Márcos.
Una bonita fiesta, la cual no hubiera sido posible sin la desinteresada colaboración de todos los vecinos, vecinas, mayores y pequeños que nos sorprendieron con sus aportaciones y buen hacer, derrochando cariño y arropando en todo momento a Julia y a sus padres Jose y Guillermina en tan señalado y emotivo día.
Con una bonita ceremonia eclesiástica, en el transcurso de la cual lloramos casi todos, por supuesto de alegría, dió comienzo tal evento seguido de una excelente comida popular y nunca mejor dicho popular, ya que en su elaboración participaron y se volcaron todos sus vecinos, a los cuales no nombro por no dejarme a nadie, servida y degustada en la plaza del pueblo a la sombra de ese magnífico chopo, centro neurálgico de este pueblo y de sus vecinos tan magníficos como la sombra de dicho árbol, y lo digo sin exagerar.
A continuación vinieron los cafés con unas copitas de licor, pocas ya que había que conducir, y de no se donde apareció una guitarra que en manos de su dueña acabó por hacernos cantar y expresar la alegría que llevábamos dentro.
Felicidades Julia, no sabes la suerte que tienes de haber nacido en ese pueblo, felicidades a sus padres y un gran aplauso para los vecinos de Montemediano.
Una bonita fiesta, la cual no hubiera sido posible sin la desinteresada colaboración de todos los vecinos, vecinas, mayores y pequeños que nos sorprendieron con sus aportaciones y buen hacer, derrochando cariño y arropando en todo momento a Julia y a sus padres Jose y Guillermina en tan señalado y emotivo día.
Con una bonita ceremonia eclesiástica, en el transcurso de la cual lloramos casi todos, por supuesto de alegría, dió comienzo tal evento seguido de una excelente comida popular y nunca mejor dicho popular, ya que en su elaboración participaron y se volcaron todos sus vecinos, a los cuales no nombro por no dejarme a nadie, servida y degustada en la plaza del pueblo a la sombra de ese magnífico chopo, centro neurálgico de este pueblo y de sus vecinos tan magníficos como la sombra de dicho árbol, y lo digo sin exagerar.
A continuación vinieron los cafés con unas copitas de licor, pocas ya que había que conducir, y de no se donde apareció una guitarra que en manos de su dueña acabó por hacernos cantar y expresar la alegría que llevábamos dentro.
Felicidades Julia, no sabes la suerte que tienes de haber nacido en ese pueblo, felicidades a sus padres y un gran aplauso para los vecinos de Montemediano.
