Para ello se dispuso de la más moderna tecnología de la época, incluyendo las diferentes piezas de la
casa británica Vickers, las más potentes y eficaces en aquellos años. En concreto, en Castillitos se emplazaron dos cañones de 381 mm y 45 calibres capaces de enviar un proyectil de casi una tonelada a unos 35 kilómetros de distancia.