Tras la conquista de
Cartagena por los
romanos, los territorios que habían pertenecido a los cartagineses pasan ahora a manos de aquéllos. Las sucesivas derrotas posteriores de los ejércitos púnicos y la rendición de Gades marcan el fin de la presencia cartaginesa en Hispania. Los romanos consideraron a esta ciudad como hija natural de Carthago, por lo que la llamaron Carthago-Nova, aunque por la riqueza excepcional de sus recursos naturales la conocieron también con otros nombres.