Tras la muerte de Asdrúbal, asumió el mando su sobrino Aníbal, convirtiéndose en general en jefe de las fuerzas cartaginesas en Hispania. Aníbal forjó un gran
ejército, potenció la explotación de las
minas cartageneras y construyó un sistema de
torres a lo largo de la costa, con el fin de alertar de la presencia de naves foráneas, dando lugar al dispositivo llamado 'Atalayas de Aníbal', que se mantuvo efectivo hasta el siglo XVIII. En pocos años
Cartagena logró un inquietante poderío en Hispania, que amenazaba a la propia Roma.