La explosión demográfica que acontece durante el siglo alcanza su máximo en los últimos años del mismo, quintuplicando la población de inicios de la centuria hasta rebasar los 50.000 habitantes. Se construyen numerosas obras de carácter
militar: los
castillos de Galeras, La Atalaya, Moros y
San Julián, unas nuevas
murallas con tres monumentales
puertas (hoy desaparecidas), un gran
hospital militar y cuarteles, todas obras de importantes ingenieros
militares como Sebastián Feringán o Mateo Vodopich.