DÍA – 20 -11 -2022:
LA INOCENCIA DE LOS NIÑOS:
Manuel es un niño muy observador, pero a la vez bastante tímido, por las noches, después de cenar sus padres tienen la costumbre de quedarse unos minutos para contarse como les fue el día, Eduardo que es el padre, le dice a su esposa, lo incomodo que se sentía con la situación que estaban viviendo, al oír esas palabras el niño pone toda su atención, pues desde hace un tiempo nota que en su casa pasa algo, por que su padre está muy triste, y quiere descubrir de que se trata, los padres hablan sin tener en cuenta que su hijo está como todas las noches debajo de la mesa, cuando deciden irse a la cama, Juani le dice a su esposo coge al niño que estará dormido como siempre y súbelo a su habitación. En ese momento Manuel sale de debajo de la mesa llorando y les dice, no estoy dormido, me gustaría que me dijerais el por qué nunca me hablasteis de mi abuelo, sabiendo que yo siempre quise tener un abuelo que me cogiera en brazos y me contara sus historias como casi todos abuelos de mis amigos. Los padres se sienten sorprendidos al ver como su hijo Manuel reclama saber esa historia oculta. Y le prometen que quieren hacer las paces con su abuelo, para que pueda disfrutar de lo que el parece echar en falta, ese cariño de abuelo, que le coje a su nieto de la mano para salir del colegio y caminar por la acera hasta perderse de vista de sus compañeros de clase. Los padres de Manuel se ven desbordados ante la angustia que siente su hijo, al conocer que tiene un abuelo y no sabe cómo es ni le conoce ni siquiera en fotos. El padre de Manuel no sabe ni recuerda el por qué no se habla con su padre, y le dice a su hijo, que mañana sin falta, ira a buscar a su padre a casa, con Manuel de la mano. Al día siguiente se ponen en camino y se presentan en la casa del abuelo, al escuchar el timbre de su puerta, el abuelo por la forma de llamar pensó, “este es mi hijo exclamo”, al abrir la puerta le dice al nieto, hola, Manuel, y el niño le dijo, “es que me conoces abuelo” y el abuelo le dice, “todos los días voy a verte jugar en el colegio, en ese momento los tres, se fundieron en un abrazo. No hizo falta ninguna explicación ni reproche alguno.
ROSARIO FAJARDO BLANCO.
LA INOCENCIA DE LOS NIÑOS:
Manuel es un niño muy observador, pero a la vez bastante tímido, por las noches, después de cenar sus padres tienen la costumbre de quedarse unos minutos para contarse como les fue el día, Eduardo que es el padre, le dice a su esposa, lo incomodo que se sentía con la situación que estaban viviendo, al oír esas palabras el niño pone toda su atención, pues desde hace un tiempo nota que en su casa pasa algo, por que su padre está muy triste, y quiere descubrir de que se trata, los padres hablan sin tener en cuenta que su hijo está como todas las noches debajo de la mesa, cuando deciden irse a la cama, Juani le dice a su esposo coge al niño que estará dormido como siempre y súbelo a su habitación. En ese momento Manuel sale de debajo de la mesa llorando y les dice, no estoy dormido, me gustaría que me dijerais el por qué nunca me hablasteis de mi abuelo, sabiendo que yo siempre quise tener un abuelo que me cogiera en brazos y me contara sus historias como casi todos abuelos de mis amigos. Los padres se sienten sorprendidos al ver como su hijo Manuel reclama saber esa historia oculta. Y le prometen que quieren hacer las paces con su abuelo, para que pueda disfrutar de lo que el parece echar en falta, ese cariño de abuelo, que le coje a su nieto de la mano para salir del colegio y caminar por la acera hasta perderse de vista de sus compañeros de clase. Los padres de Manuel se ven desbordados ante la angustia que siente su hijo, al conocer que tiene un abuelo y no sabe cómo es ni le conoce ni siquiera en fotos. El padre de Manuel no sabe ni recuerda el por qué no se habla con su padre, y le dice a su hijo, que mañana sin falta, ira a buscar a su padre a casa, con Manuel de la mano. Al día siguiente se ponen en camino y se presentan en la casa del abuelo, al escuchar el timbre de su puerta, el abuelo por la forma de llamar pensó, “este es mi hijo exclamo”, al abrir la puerta le dice al nieto, hola, Manuel, y el niño le dijo, “es que me conoces abuelo” y el abuelo le dice, “todos los días voy a verte jugar en el colegio, en ese momento los tres, se fundieron en un abrazo. No hizo falta ninguna explicación ni reproche alguno.
ROSARIO FAJARDO BLANCO.