MADRID: AQUEL JOVEN MATRIMONIO NUNCA PENSÓ EN SU DESTINO....

AQUEL JOVEN MATRIMONIO NUNCA PENSÓ EN SU DESTINO.
Aquel año de 1964, un joven matrimonio, al faltar el trabajo en su tierra castellana, decidió venirse a la ciudad de Madrid, donde sin tardar mucho, el marido comenzó a trabajar en una central lechera, existente en la calle, Vizconde de Matamala, cerca de la Plaza de Manuel Becerra. La esposa joven y bastante bien parecida, se inició a ser dependienta, en un comercio del barrio de Salamanca. Pronto se alquilaron un piso pequeño y oscuro, en el Barrio de La Guindalera, lugar cercano a sus dos trabajos. Y en esa casa empezaron a sentir cosas extrañas, algunos días cuando era la hora de comer, se encontraban todas las ventanas cerradas a cal y canto, habiéndolas dejado algunas un poco abiertas, sobre todo las que daban al patio interior. Algunas noches las sabanas se salían de la cama, sin haber ninguno de los dos jóvenes intentar tirarlas, poco a poco cada día notaban, que aquel piso tenía cosas raras, los vecinos de aquel portal, apenas los veían, y la soledad y el silencio, hacían de algunos ruidos pasos tenebrosos. Una madrugada al levantarse el marido, para irse a trabajar, noto como la luz de la cocina se encendía y apagaba, sin temblarle el pulso, se fue hasta la cocina con un bastón que existía en dicha casa alquilada, al llegar allí no pudo ver nada raro, pero si como la puerta de su dormitorio, se cerraba con fuerza, volviendo con prisa hasta donde dormía su esposa, a la que despertó sin apenas hablarla, ella noto algo raro, y le comento a su joven marido, esta casa esta endemoniada, y tenemos que preguntar a quién sea por su historia pasada. Aquella mañana el miedo se dejaba notar en aquel domicilio, donde los dos jóvenes empezaban a vivir su vida de casados. No pasaron muchos días sin tener alguna sorpresa, de pronto la luz del comedor, incluso saltaban los plomos del contador de la luz, cada noche antes de acostarse miraban en almarios y debajo de las dos camas existentes en dicha vivienda, nunca veían nada, pero se notaba como si alguien estuviera controlándoles, o por el contrario, sentían como si estuvieran acompañados de otros seres humanos. Pasados como unos quince días, la pareja salió de paseo a tomarse un café por el barrio, y en una cafetería de la Calle de Cartagena, pudieron oír comentar. “Tuve que dejar un piso hace un año aproximadamente, al estar viviendo conmigo otras personas a las que yo nunca vi personalmente, pero que me marcaban la vida, y una noche que llegue bastante borracho, me seguían por toda la casa, llamándome de todo menos bonito”. Aquel comentario de una persona a su lado, les dio por pensar, posiblemente fuera su casa, ellos querían adivinarlo, y aquella noche, llamaron al vecino de encima de ellos, y sin mucho preguntarle supieron de sus razones, se dieron cuenta que en aquel piso, pasaron cosas raras, quizá suicidios, o incluso cosas peores, los vecinos apenas les explicaron nada de lo que allí ocurría, aunque su decisión de abandonar dicha vivienda, parecía determinante, pasados unos días, de nuevo el miedo se a dueño de la pareja, viendo como la cisterna del wáter sin estar ellos en aquel lugar, estaba echando agua sin dejar de parar. Decididos a marcharse de aquel piso tétrico, un vecino les alerto, en ese piso ha pasado de todo, suicidio y asesinato, además denuncias de malos tratos, es un piso donde la gente que le ocupa, no pasa del medio año, todos se marchan con muchos problemas de convivencia, además algunos acaban de los nervios, intentando hacer cualquier cosa inhumana. Márchense de aquí cuanto antes, les comentaba otra vecina ya mayor, y con algún tiempo viviendo en ese portal. No fue tan fácil la marcha, el casero no les devolvió ningún dinero de la reserva, y las anomalías diarias no fallaban, pero el matrimonio ya decidido, no le importaba el perder el depósito de renta, y así comenzar una nueva vida, lejos de aquellas anormalidades, donde los espíritus, parecían estar rompiendo sus tiempos jóvenes de enamorados. Un domingo por la mañana temprano, salieron de aquel piso que solo les daba penumbra, camino del Barrio de la Estrella, donde pudieron vivir mucho más tranquilos. G X Cantalapiedra.