Desde hace un par de años la calle de los Libreros es totalmente peatonal, MADRID

Tener en Madrid una calle dedicada a los libros ya es un regalo, pues creo que los libros se merecen este honor... y mucho más.
Aunque esta calle haya perdido el sabor (y algunas tiendas) de pasadas décadas (por la llegada de las grandes superficies, la venta online, y la pérdida de costumbres). Muchos estudiantes de la época con pocos recursos económicos la recordarán con añoranza por su peculiar ambiente de cada principios de curso, pues allí acudían a comprar libros de segunda mano a muy buen precio.
Si paseas por esta calle verás que todavía quedan unas cuantas librerías anunciando, con sus típicos carteles, la compra-venta de libros nuevos y usados. Libros de texto, de bachillerato, técnicos, de ingenierías, de la Uned, de informática…
La calle de los Libreros es muy céntrica, está cerquita de la Gran Vía y la plaza del Callao, en el antiguo barrio de la Buena Dicha (por el nombre de la iglesia (y su primitivo hospital y cementerio)... También ha sido protagonista de tristes sucesos...
Esta calle, en el siglo XVII, se llamaba calle del Pozo. Después tomó el nombre de la Justa. Parece ser que estos nombres vienen precedidos de unas leyendas increíbles.
En el año 1893 se llamó calle de Ceres (diosa romana de la Agricultura).
En 1926 toma el nombre de Constantino Rodríguez.
En 1943, a propuesta de don Pío Baroja, y por reunirse por entonces numerosas librerías en esta calle, el Ayuntamiento cambió el nombre por la actual de Libreros.
Una historia muy romántica en esta calle.
Cuentan que Gustavo Adolfo Bécquer, de soltero, vivía en una plaza muy cerca a esta calle. Y una tarde de 1858, paseando con unos amigos por la entonces calle de la Justa (hoy día Libreros), vio en uno de sus balcones a una hermosa joven de la que quedó prendado. Llegó a conocer a aquella bella señorita, y también a su familia. Por aquellos tiempos, Gustavo Adolfo Bécquer, ni era famoso, ni andaba bien de dinero, y la familia de tan preciosa dama poseía una importante fortuna. Parece ser, que por mucho que el inmortal poeta la rondó, no consiguió beber los vientos de tan agraciada moza.
Pero cuentan que, muchos de los famosos poemas de Bécquer están inspirados en lo que sentía por aquella joven, muy especialmente aquel de “Volverán las oscuras golondrinas”... en aquel balcón de la calle Libreros que tantas tardes se quedaba mirando, embelesado...
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
así... ¡no te querrán