Este
edificio se levantó en tiempos de Carlos III, siglo XVIII.
El
palacio tiene un trazado sencillo y escasamente ornamentado, excepción hecha de algunas partes, caso de la
portada situada en el
pasadizo del Panecillo, junto a la Basílica Pontificia de
San Miguel, sin duda su elemento de mayor valor
artístico. Ésta posee rasgos típicos del barroco madrileño, como las características orejeras.
El edificio está construido en tres y cuatro alturas (en función de los desniveles del terreno) y presenta cubiertas abuhardilladas. Las
fachadas son enfoscadas, salvo los zócalos, que son de
piedra de granito. En el interior se conserva una importante colección de obras de
arte. Una de las más destacadas, el arca del siglo XIII donde se depositaron los restos mortales de San Isidro, fue trasladada a la
Catedral de la Almudena en 1993, cuando este templo abrió sus
puertas.