VENIALBO: El campo era muy duro»...

El campo era muy duro»
Emiliana de la Calle, natural de Venialbo, relata las vivencias de sus 103 años de vida

04.10.2013 | 00:34
Desde la izquierda: Lucía Prieto (amiga), Pepi Palacios (hija), Emiliana de la Calle y María José y Ana Herrero (nietas).
Desde la izquierda: Lucía Prieto (amiga), Pepi Palacios (hija), Emiliana de la Calle y María José y Ana Herrero (nietas). Foto Javier de la Fuente
C. G. En torno a 118 zamoranos superan, según los últimos datos disponibles, los cien años de edad: 90 mujeres y 28 hombres.

Una de ellas, Emiliana de la Calle, no sólo hace tiempo llegó a centenaria sino que el pasado miércoles apagó las velas del 103 cumpleaños, con algunos achaques, pero con una lucidez envidiable, que le permitió disfrutar de la compañía de familiares y allegados en la residencia del Amor de Dios donde vive actualmente, en pleno casco antiguo de la capital.

Emiliana de la Calle mantiene perfectamente el hilo de la conversación, aunque su interlocutor tiene que alzar un poco más de la cuenta el volumen, debido a que la pérdida de audición está haciendo mella en la anciana. Quizá no sólo por la edad, sino también por fisionomía familiar, como relata su hija, Pepi Palacios, que también empieza a notar, aunque más ligeramente, algún problemilla de oído.

En torno a una mesa camilla adornada con una labor de ganchillo, que ha sido siempre unas de las aficiones de la centenaria, Emiliana va relatando su vida, en presencia de dos de sus nietas María José y Ana Herrero (tiene siete en total, y ocho biznietos) y la amiga de la familia Lucía Prieto Seisdedos.

Nacida en Venialbo hace 103 años Emiliana fue la mayor de ocho hermanos. Pronto, a la temprana edad de 13 años, se vino del pueblo a la capital. «Desde los 13 años me vine para Zamora, a hacer de niñera. En el pueblo me tocaba ir a segar, a vendimiar, a la era, a todos esos sitios. El campo era muy duro», recuerda Emiliana, que prefirió la vida de la ciudad. «En aquellos tiempos las cosas estaban muy malas, todo muy malo. No es que pasáramos hambre, porque cogíamos la cosecha para todo el invierno y el trigo y el pan no nos faltaba. Sembrábamos garbanzos y esas cosas y hambre no pasábamos». Pero prefirió la vida de la ciudad. «Yo estuve en la casa del Maestro Haedo de niñera. Tenía el niño pequeño, se llamaba Carlos, y de mayor llegó a presidente de la Diputación. Yo salía de paseo con el niño». Estuvo siete años de niñera, oficio que desempeñó hasta que contrajo matrimonio. «Me salí para casarme. Me casé con uno que vivía aquí en Zamora y que murió hace muchos años». Con Isidoro Palacios, a quien todos conocían como Paco, fallecido hace 22 años, compartió la nueva etapa de su vida, como ama de casa. No había cumplido los veinte años cuando contrajo nupcias: «a los 23 años ya tenía dos hijas». La familia se fue ampliando hasta llegar a los cuatro vástagos, tres hijas y un hijo. Una de ellas se metió monja, era sierva de María, «cuidaba a los enfermos por la noche» y hace siete años falleció.

Ahora Emiliana de la Calle vive en la residencia del Amor de Dios: «Tenía el pisico, lo vendí y me vine para acá», relata la centenaria, quien recuerda con cariño su última morada, su ático en la calle Alfonso III el Magno, que tenía una terraza «hermosa» florida y cuidada como pocas.