VENIALBO: Después de la tempestad, la calma...

Después de la tempestad, la calma
Vecinos de varias localidades disfrutan de una jornada de convivencia en la Laguna de El Pego y en Monte Coto de Venialbo

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Comensales de San Miguel de la Ribera. Foto J. Vara
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J. VARA Como cada año, una vez finalizada la procesión del Encuentro entre la Virgen y su Hijo Resucitado, la Laguna de El Pego y el «Monte Coto» de Venialbo son los lugares de encuentro y de convivencia para los vecinos de las localidades cercanas como Venialbo, El Pego, Guarrate, San Miguel de la Ribera, Villabuena del Puente, Bóveda de Toro? Todo un hermanamiento entre localidades de las comarcas del Vino y Guareña.

El «Monte Coto» de encinas y pinos servía de cobijo y abrigo a los numerosos participantes que año tras año se van haciendo mayor. La lluvia de los últimos días, daba paso a un sol radiante que favorecía la participación y el encuentro entre amigos y familiares que a lo largo de la jornada disfrutarían de la comida y de la naturaleza con paseos a pie y a caballo, juegos de mesa, de calva y bolos.

El «Monte Coto», de Venialbo, es un monte de utilidad pública de cerca de mil hectáreas y de propiedad municipal, que ha jugado y juega un papel social y económico muy importante para el municipio, por su aprovechamiento en pastos, leña y caza, además del reparto que hace el Ayuntamiento entre sus vecinos de cerca de trescientas hectáreas para su cultivo en forma de "quiñones".

Recordar que para pagar el precio de la jurisdicción de Venialbo, sus habitantes, que carecían de caudales suficientes, habían tenido que mancomunarse y pedir un préstamo, un censo, y para asegurar el «grueso» del mismo, tuvieron que hipotecar este monte.

Decretada su venta por la legislación desamortizadora, el municipio solicitó el 30 de marzo de 1859 que se excluyera y se declarase de aprovechamiento; así lo consiguió en 1886 gracias a un Real decreto, que ponía fin a un largo pleito, ya que la administración se negó varias veces a este reconocimiento. Durante el mismo, no lograron en cambio evitar la enajenación consumada en virtud de las leyes desamortizadoras en la persona de Jacinto Calvo de otro monte, muy codiciado, llamado «del Obispo», del cual sólo perdura el nombre en un pago situado en su original emplazamiento. Ese monte fue cedido a los Obispos por Felipe II a cambio de u canon anual de cien reales y 11 carros de leña.

En 1882, por Real Decreto de la presidencia del Consejo de Ministros y bajo el mandato de Alfonso XII, se firma un documento a instancias de la Villa de Venialbo, por el que se declara exceptuado de la venta de el «Monte Coto» de dicho pueblo, en concepto de aprovechamiento común.

El Monte Coto era necesario en esas fechas para el sostenimiento de las 1828 cabezas de ganado que aprovechaban sus pastos, aunque esto, no convencía al Fisco, que pretendía darlos en arrendamiento. Este Monte tenía una extensión de 1400 hectáreas dedicadas principalmente a pastos y al cultivo en gran medida, 2320 hectáreas eran cultivadas por 250 vecinos que pagaban 2 reales y medio por cada fanega de tierra. En el año 1859, fueron desoídas las peticiones hechas por el pueblo de Venialbo, y será en 1880 cuando esta petición se concedió, por haber justificado lo suficiente su derecho de propiedad, y en 1883 se revisó esa condición, y se declara la finca propiedad de la villa de Venialbo