Hallan en el Lago una urna funeraria, decenas de ruedas y hasta dos bañeras de plástico
Veinte buceadores y un grupo de voluntarios participan en una operación de limpieza subacuática en las aguas del Parque Natural
01:08
Las dos bañeras de plástico rescatadas del fondo. Foto A. S.
MULTIMEDIA
Fotos de la noticia
ARACELI SAAVEDRA Cerca de 50 personas participaron ayer en la mayor operación de limpieza subacuática de las playas del Lago de Sanabria, que deparó resultados y sorpresas inesperadas, desde una decena de neumáticos, pasando por una piragua, un par de bañeras plásticas, hasta una urna funeraria. El club de buceo deportivo «Kraken» de Zamora movilizó a 20 submarinistas del grupo de buceo provincial y del grupo de Rescate Subacuático de Valladolid, además de tres agentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil «GEAS» y de los bomberos del Consorcio provincial de Extinción de Incendios y Salvamento de la capital. El apoyo en tierra recayó en los voluntarios del grupo Kraken, Cruz Roja con una UVI móvil, Agentes Medio Ambientales del Parque y operarios de limpieza de las playas. La logística y la intendencia vino de la colaboración de la Estación Biológica Internacional Europarques. Una operación con la que también colaboraron la Diputación provincial, el Ayuntamiento de Galende y la empresa Aerosanabria, además de la Junta que se encargó de retirar la basura.
A las nueve de la mañana comenzaba técnicamente la operación de limpieza con una reunión de coordinación del amplio dispositivo, aunque el trabajo propiamente no comenzó hasta cerca de las once y media de la mañana cuando los buceadores abrieron la primera prospección del fondo desde la playa Custallago. Había información previa de lo que iban a encontrar: ruedas, plásticos, botellas, y alguna piragua. En inmersiones anteriores de los submarinistas del club Kraken, y especialmente del GEAS se habían avisado y, más o menos, estaban localizados los residuos más voluminosos.
A pocos metros, tres o cuatro no más, emergieron los primeros restos de una piragua amarilla, o lo que quedaba de ella. Los submarinistas, pertrechados con bolsas de tela, sondearon la zona comprendida entre el talud, bajo la carretera, hasta sobrepasar el embarcadero del catamarán Helios-Sanabria. En la playa se quedaba con ganas de sumergirse el médico de la expedición, Miguel Sanjosé, quien aseguraba que si se cumplen las normas de seguridad no hay peligro, «el peligro es la carretera para llegar aquí». La primera inmersión programada es a unos 10 metros de cota, como explicaba Ofelia González, de la organización de Kraken y a una distancia similar de la playa que está balizada. A los pocos minutos emerge un buceador con problemas en una máscara «no vacía», dice. Es una incidencia menor, hay repuesto. Los grupos que se sumergen están compuestos de tres submarinistas por seguridad, supervisados por dos embarcaciones, una de ellas con los tres bomberos y el responsable del GEAS.
El responsable de Europarques, David Salvador, aleccionaba «la gente piensa que lo que se tira al agua no se ve». Y vaya que si se ve, y ahora hasta se recoge. La operación también es una manera de concienciar a los usuarios del entorno del Lago. Los dispositivos del Helios Sanabria han permito prospectar zonas de la orillar y determinar las zonas con más residuos o al menos los más abultados.
Al catamarán llega la primera bolsa con media docena de botellas de cristal, plásticos, alguna lata, botes de crema solar y, sorpresa, unas gafas de sol en buen estado, que alguien se pide para llevar y reciclar. El alcalde, Jesús Villasante, bromea con las gafas pero no con las botellas que «son un problema y son peligrosas». El alcalde ha sido el único político que el día anterior ha hecho su bautizo de submarinismo, aunque prefiere playa firme. Mientras se hace recuento de la bolsa, en el horizonte los bomberos suben a la embarcación los dos primeros neumáticos del día, serán los trofeos más preciados de la operación. Uno de los grupos que ronda el embarcadero hace otro hallazgo inesperado, dos bañeras de poliéster de uso desconocido. Son enormes. Las dos ocupan tanto espacio como la propia lancha. Se remolcan hasta la orilla de la playa de Custallago. Allí se hacen especulaciones de si es material del que se usan en las regatas, de algún muelle, o para el transporte de alimentos.
El remolque del servicio de limpieza de Medio Ambiente, comienza a llenarse por el volumen de las «incautaciones» subacuáticas: botellas, plásticos, juguetes playeros, compresas, aletas de buceo, rastros de playa, latas, zapatos, algún timón de embarcación de recreo. El botín es abultado pero se esperaba más. Cuando el grueso de las bolsas de tela se vacía aparecen botijos, cacharros de barro y una urna funeraria con los datos del finado perfectamente legibles, nacido en 1936. El buceador que los encuentra relataba su sorpresa bajo el agua porque al cogerla, pensando que era un cacharro, salieron las cenizas -pensando que era lodo- y descubrió la inscripción de la placa. El hallazgo se prestó a todo tipo de comentarios y el más oportuno y lógico es que lo que debe tirar al agua son las cenizas, sin urna. Por los apellidos se especulaba si era sanabrés o no. El alcalde es consciente de que se han esparcido más cenizas en el Lago.
La primera inmersión duró unos 50 minutos. Se efectuó a una profundidad de 9 metros, aunque algunos superaron los 11 metros, a una temperatura de 10 grados a 9 metros. La visibilidad en la parte más baja era de un metro, según los datos del submarinista zamorano, Fran García Hernández.
Veinte buceadores y un grupo de voluntarios participan en una operación de limpieza subacuática en las aguas del Parque Natural
01:08
Las dos bañeras de plástico rescatadas del fondo. Foto A. S.
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ARACELI SAAVEDRA Cerca de 50 personas participaron ayer en la mayor operación de limpieza subacuática de las playas del Lago de Sanabria, que deparó resultados y sorpresas inesperadas, desde una decena de neumáticos, pasando por una piragua, un par de bañeras plásticas, hasta una urna funeraria. El club de buceo deportivo «Kraken» de Zamora movilizó a 20 submarinistas del grupo de buceo provincial y del grupo de Rescate Subacuático de Valladolid, además de tres agentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil «GEAS» y de los bomberos del Consorcio provincial de Extinción de Incendios y Salvamento de la capital. El apoyo en tierra recayó en los voluntarios del grupo Kraken, Cruz Roja con una UVI móvil, Agentes Medio Ambientales del Parque y operarios de limpieza de las playas. La logística y la intendencia vino de la colaboración de la Estación Biológica Internacional Europarques. Una operación con la que también colaboraron la Diputación provincial, el Ayuntamiento de Galende y la empresa Aerosanabria, además de la Junta que se encargó de retirar la basura.
A las nueve de la mañana comenzaba técnicamente la operación de limpieza con una reunión de coordinación del amplio dispositivo, aunque el trabajo propiamente no comenzó hasta cerca de las once y media de la mañana cuando los buceadores abrieron la primera prospección del fondo desde la playa Custallago. Había información previa de lo que iban a encontrar: ruedas, plásticos, botellas, y alguna piragua. En inmersiones anteriores de los submarinistas del club Kraken, y especialmente del GEAS se habían avisado y, más o menos, estaban localizados los residuos más voluminosos.
A pocos metros, tres o cuatro no más, emergieron los primeros restos de una piragua amarilla, o lo que quedaba de ella. Los submarinistas, pertrechados con bolsas de tela, sondearon la zona comprendida entre el talud, bajo la carretera, hasta sobrepasar el embarcadero del catamarán Helios-Sanabria. En la playa se quedaba con ganas de sumergirse el médico de la expedición, Miguel Sanjosé, quien aseguraba que si se cumplen las normas de seguridad no hay peligro, «el peligro es la carretera para llegar aquí». La primera inmersión programada es a unos 10 metros de cota, como explicaba Ofelia González, de la organización de Kraken y a una distancia similar de la playa que está balizada. A los pocos minutos emerge un buceador con problemas en una máscara «no vacía», dice. Es una incidencia menor, hay repuesto. Los grupos que se sumergen están compuestos de tres submarinistas por seguridad, supervisados por dos embarcaciones, una de ellas con los tres bomberos y el responsable del GEAS.
El responsable de Europarques, David Salvador, aleccionaba «la gente piensa que lo que se tira al agua no se ve». Y vaya que si se ve, y ahora hasta se recoge. La operación también es una manera de concienciar a los usuarios del entorno del Lago. Los dispositivos del Helios Sanabria han permito prospectar zonas de la orillar y determinar las zonas con más residuos o al menos los más abultados.
Al catamarán llega la primera bolsa con media docena de botellas de cristal, plásticos, alguna lata, botes de crema solar y, sorpresa, unas gafas de sol en buen estado, que alguien se pide para llevar y reciclar. El alcalde, Jesús Villasante, bromea con las gafas pero no con las botellas que «son un problema y son peligrosas». El alcalde ha sido el único político que el día anterior ha hecho su bautizo de submarinismo, aunque prefiere playa firme. Mientras se hace recuento de la bolsa, en el horizonte los bomberos suben a la embarcación los dos primeros neumáticos del día, serán los trofeos más preciados de la operación. Uno de los grupos que ronda el embarcadero hace otro hallazgo inesperado, dos bañeras de poliéster de uso desconocido. Son enormes. Las dos ocupan tanto espacio como la propia lancha. Se remolcan hasta la orilla de la playa de Custallago. Allí se hacen especulaciones de si es material del que se usan en las regatas, de algún muelle, o para el transporte de alimentos.
El remolque del servicio de limpieza de Medio Ambiente, comienza a llenarse por el volumen de las «incautaciones» subacuáticas: botellas, plásticos, juguetes playeros, compresas, aletas de buceo, rastros de playa, latas, zapatos, algún timón de embarcación de recreo. El botín es abultado pero se esperaba más. Cuando el grueso de las bolsas de tela se vacía aparecen botijos, cacharros de barro y una urna funeraria con los datos del finado perfectamente legibles, nacido en 1936. El buceador que los encuentra relataba su sorpresa bajo el agua porque al cogerla, pensando que era un cacharro, salieron las cenizas -pensando que era lodo- y descubrió la inscripción de la placa. El hallazgo se prestó a todo tipo de comentarios y el más oportuno y lógico es que lo que debe tirar al agua son las cenizas, sin urna. Por los apellidos se especulaba si era sanabrés o no. El alcalde es consciente de que se han esparcido más cenizas en el Lago.
La primera inmersión duró unos 50 minutos. Se efectuó a una profundidad de 9 metros, aunque algunos superaron los 11 metros, a una temperatura de 10 grados a 9 metros. La visibilidad en la parte más baja era de un metro, según los datos del submarinista zamorano, Fran García Hernández.
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