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Tierra del Pan
Con el fuego a los pies
Las águedas de Andavías cumplen el ritual de «saltar el piorno» ante la mirada de la población
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Una pareja de águedas salta con todas sus energías sobre las brasas de la hoguera.
Foto Javier de la Fuente
MULTIMEDIA
Fotos de la noticia
J. A. García
Las mujeres de Andavías brillaron ayer por encima de todo y de todos con la celebración de Santa Águeda al hacerlo no sólo con el colorido y la animación propia de un colectivo entusiasta, sino con la mayúscula pasión que pusieron a la hora de afrontar el reto del denominado «salto del piorno».
Es sobradamente conocido que las águedas de Andavías destacan por la conservación de esta festividad con todos los ingredientes. Por los trajes folclóricos diseñados y elaborados para lucirlos con los mayores atractivos, por la devoción estilada en todas las ceremonias religiosas o laicas, por la organización de las comidas fraternales, por el entusiasmo con el que piden la miaja, por la fuerza con la que cantan y bailan, por correr el gallo con el que invitan a los maridos, tras tres días de semiabandono, que éstos resuelven «comiendo en casa de las suegras», y hasta por la buena respuesta social que encuentran en el pueblo. Pero sobre todo por su seña de identidad, que es «el salto del piorno», y que ayer volvieron a resolver con una determinación incuestionable y sin tapujos de ningún tipo.
La cofradía de Águedas de Andavías data de 1700 y ha estado ahí sin interrupción año tras año según expresaba ayer Rocío Valle.
Avanzaba la tarde cuando el colectivo de águedas se dispuso a preparar la hoguera en la plaza del pueblo utilizando los ramajos que proporcionan una espectaculares llamas y también unos brasientos rescoldos. Una vez que el fuego adquirió la dimensión adecuado fue cuando el grupo de mujeres acometió el reto de saltarlo, además, ante la atenta mirada de numerosos espectadores que siguieron los brincos con más que expectación. Aunque se dieron casos de prudencia, con mujeres o parejas de mujeres que cumplieron su cometido afrontando la chamusquina más por el lateral que por el centro, hubo águedas que saltaron por el medio de la hoguera poniendo a las claras su temple y su físico.
Seguidamente fueron a comer el bollo en casa de una de las mayordomas que este año toman el relevo, al igual que lo hicieron el domingo en casa de la primera mayordoma.
Hoy tendrá lugar lo que llaman correr el gallo. Vestidas de pololos y enaguas, asaltarán el primer corral que pillen para conseguir el gallo con el que nutrirán la cena que compartirán, tras tres días de desajuste en la mesa, con los maridos. Es una cena más explosiva por cuanto que también destinan a esta ágape lo conseguido con las miajas. También es una jornada en que celebrarán una santa misa, oficiada en recuerdo de las difuntas.
La cofradías de águedas de Andavías está conformada actualmente por treinta y dos mujeres. Ayer demostraron de nuevo su elevado nivel, ante la sociedad, en las calles, en las plazas y ante el fuego.
Tierra del Pan
Con el fuego a los pies
Las águedas de Andavías cumplen el ritual de «saltar el piorno» ante la mirada de la población
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Una pareja de águedas salta con todas sus energías sobre las brasas de la hoguera.
Foto Javier de la Fuente
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J. A. García
Las mujeres de Andavías brillaron ayer por encima de todo y de todos con la celebración de Santa Águeda al hacerlo no sólo con el colorido y la animación propia de un colectivo entusiasta, sino con la mayúscula pasión que pusieron a la hora de afrontar el reto del denominado «salto del piorno».
Es sobradamente conocido que las águedas de Andavías destacan por la conservación de esta festividad con todos los ingredientes. Por los trajes folclóricos diseñados y elaborados para lucirlos con los mayores atractivos, por la devoción estilada en todas las ceremonias religiosas o laicas, por la organización de las comidas fraternales, por el entusiasmo con el que piden la miaja, por la fuerza con la que cantan y bailan, por correr el gallo con el que invitan a los maridos, tras tres días de semiabandono, que éstos resuelven «comiendo en casa de las suegras», y hasta por la buena respuesta social que encuentran en el pueblo. Pero sobre todo por su seña de identidad, que es «el salto del piorno», y que ayer volvieron a resolver con una determinación incuestionable y sin tapujos de ningún tipo.
La cofradía de Águedas de Andavías data de 1700 y ha estado ahí sin interrupción año tras año según expresaba ayer Rocío Valle.
Avanzaba la tarde cuando el colectivo de águedas se dispuso a preparar la hoguera en la plaza del pueblo utilizando los ramajos que proporcionan una espectaculares llamas y también unos brasientos rescoldos. Una vez que el fuego adquirió la dimensión adecuado fue cuando el grupo de mujeres acometió el reto de saltarlo, además, ante la atenta mirada de numerosos espectadores que siguieron los brincos con más que expectación. Aunque se dieron casos de prudencia, con mujeres o parejas de mujeres que cumplieron su cometido afrontando la chamusquina más por el lateral que por el centro, hubo águedas que saltaron por el medio de la hoguera poniendo a las claras su temple y su físico.
Seguidamente fueron a comer el bollo en casa de una de las mayordomas que este año toman el relevo, al igual que lo hicieron el domingo en casa de la primera mayordoma.
Hoy tendrá lugar lo que llaman correr el gallo. Vestidas de pololos y enaguas, asaltarán el primer corral que pillen para conseguir el gallo con el que nutrirán la cena que compartirán, tras tres días de desajuste en la mesa, con los maridos. Es una cena más explosiva por cuanto que también destinan a esta ágape lo conseguido con las miajas. También es una jornada en que celebrarán una santa misa, oficiada en recuerdo de las difuntas.
La cofradías de águedas de Andavías está conformada actualmente por treinta y dos mujeres. Ayer demostraron de nuevo su elevado nivel, ante la sociedad, en las calles, en las plazas y ante el fuego.